El personal de sanidad del mundo ha pagado un alto precio adicional en su salud, seguridad y bienestar durante la emergencia. Unos 115.500 trabajadores murieron por COVID-19 en los primeros 18 meses de la pandemia. Dos agencias de la ONU presentan una guía para mejorar las salvaguardias que velan por esos profesionales.
Los trabajadores de salud de todo el mundo necesitan condiciones de trabajo mucho más seguras para combatir la peligrosa negligencia que han sufrido durante la pandemia de COVID-19, subrayaron este lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Según los datos de esas agencias, unos 115.500 trabajadores de la salud murieron por COVID-19 en los primeros 18 meses de la pandemia debido a la falta sistémica de salvaguardas relacionadas con su labor.
Deficiencias previas a la pandemia
La directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS señaló que incluso antes de la pandemia, el sector sanitario se encontraba ya entre los rubros más peligrosos para trabajar.
“Sólo unos pocos centros sanitarios contaban con programas de gestión de la salud y la seguridad en el trabajo. Los trabajadores sanitarios sufrían infecciones, trastornos y lesiones musculoesqueléticas, violencia y acoso en el lugar de trabajo, agotamiento y alergias por el mal ambiente laboral”, precisó María Neira.
Dado el “alto costo adicional” que han pagado esos profesionales y la presión que la pandemia continúa ejerciendo sobre ellos, los organismos de la ONU elaboraron una guía sobre el desarrollo y la implementación de programas más sólidos de salud y seguridad ocupacional para los empleados del sector.
Las nuevas pautas cubren todos los riesgos laborales de los trabajadores sanitarios: infecciosos, ergonómicos, físicos, químicos y psicosociales.
La OMS y la OIT argumentaron que los países que han desarrollado o están implementando programas de salud y seguridad ocupacional en el campo de la sanidad han registrado menos lesiones relacionadas con el trabajo y menos ausencias por enfermedad, así como mejoras en el entorno laboral, la productividad y la retención de los trabajadores.
Agotamiento
El director del Departamento de Personal Sanitario de la OMS detalló que las ausencias por enfermedad y el agotamiento “exacerbaron la escasez preexistente de trabajadores sanitarios y socavaron las capacidades de los sistemas de salud para responder a la mayor demanda de atención y prevención durante la crisis”.
En este contexto, James Campbell indicó que la guía ofrece recomendaciones “sobre cómo aprender de esta experiencia y proteger mejor” a esos trabajadores.
El documento aboga por mejoras sistémicas en la protección de la salud, la seguridad y el bienestar de los profesionales de la salud en la recuperación del COVID-19.
Actualmente, más de un tercio de los centros de salud carece de puestos de higiene para los trabajadores y menos de un sexto de los países cuenta con una política nacional que favorezca un ambiente laboral saludable y seguro en el sector sanitario.
Inversión en programas de protección
La guía también sostiene que la inversión, formación, seguimiento y colaboración continuos son esenciales para mantener los avances en la aplicación de los programas que se implementen para cuidar a esos trabajadores esenciales.
De acuerdo con Alette van Leur, directora del Departamento de Políticas Sectoriales de la OIT, deben establecerse mecanismos eficaces para garantizar la colaboración continua entre empleadores, directivos y trabajadores de la salud, con el objetivo de proteger la salud y la seguridad en el trabajo.
“Los trabajadores de la salud, al igual que todos los demás trabajadores, deben disfrutar de su derecho a un trabajo decente, a entornos laborales seguros y saludables y a la protección social en materia de asistencia sanitaria, ausencia por enfermedad y enfermedades y lesiones profesionales”, dijo.