Columna: Desde el otro lado

Por Luis Rodrigo Guzmán Viniegra

En pleno corazón del distrito II de Viena se esconde un rincón con historia y un nombre que evoca tierras lejanas: la Mexikoplatz. Esta plaza no es solo un punto pintoresco junto al majestuoso Danubio, sino también un símbolo de solidaridad histórica. Todo comenzó en 1938, cuando Austria fue anexada por la Alemania nazi en el Anschluss. Mientras el mundo miraba con indiferencia, México se convirtió en el único país que, desde la Sociedad de Naciones, alzó la voz en contra de la anexión, denunciando la injusticia. Décadas después, en 1956, Viena decidió rendir homenaje a ese gesto valiente renombrando la plaza, que antes llevaba un nombre más genérico. Hoy, Mexikoplatz no solo es famosa por su historia, sino también por la imponente iglesia de San Francisco de Asís, cuya silueta domina el paisaje y le da un aire casi de cuento de hadas. Un rincón vienés con alma latinoamericana y un recordatorio de que, en los momentos más oscuros, la solidaridad puede venir desde el otro lado del mundo.

Se van a cumplir casi 90 años de ese gesto de solidaridad y pareciera que el mundo ha cambiado mucho en materia de diplomacia. Basta con revisar lo que sucedió la semana pasada con la visita del presidente Volodymyr Zelenskyy a la Casa Blanca. La intención de la reunión era firmar un acuerdo con Estados Unidos que implicaba la explotación conjunta de minerales estratégicos en Ucrania. Este acuerdo buscaba establecer un fondo de inversión conjunto para la reconstrucción de Ucrania, permitiendo a Estados Unidos participar en la extracción de minerales raros, con Ucrania aportando la mitad de los ingresos futuros de estos recursos al fondo. Sin embargo, en vivo y en televisión nacional surgieron tensiones significativas entre los dos presidentes. Trump y el vicepresidente JD Vance criticaron a Zelenski, interrumpiéndolo y cuestionando su postura. Este ambiente hostil llevó a que las negociaciones se interrumpieran abruptamente y el acuerdo sobre los minerales no se firmara.

La reunión retrató el empoderamiento de Trump y su inquebrantable postura por conseguir su voluntad, pero más importantemente, terminó la era de los protocolos internacionales. Ahora las negociaciones se hacen públicamente desde la amenaza, con la espada desenvainada y sin ceder hasta el sometimiento. Ya no se trata de una negociación ni un entendimiento, se trata de alinearse a la voluntad del poderoso, o atenerse a las consecuencias.

Con las inminentes negociaciones en puerta para evitar los aranceles, México necesita rescatar toda la diplomacia que históricamente ha caracterizado al país si se pretende salir delante de la relación con los Estados Unidos. Los números ya muestran que la economía no ha presentado crecimiento desde octubre y esto solo significa que una recesión está en puerta. La ya existente dependencia del mercado estadounidense puede ser un factor clave para revertir la situación o el siguiente paso para agravar el estancamiento.

Si bien no fue claro, Trump pateó otro mes la imposición de aranceles generalizados para México. Esta es la oportunidad de hacer todo lo posible por cambiar la dinámica y adelantarse al discurso de ataque por uno de colaboración. En la medida que México se adelante a la narrativa, podrá cambiar el curso de la historia. Mientras tanto, yo los sigo leyendo… desde el otro lado.

Muchas gracias por su lectura.

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