Columna: Más allá de los titulares
Por: Alejandro Gleason
Un estudio de la Universidad de Harvard «A Wandering Mind Is an Unhappy Mind» por Matthew A. Killingsworth y Daniel T. Gilbert reveló que el 47% del tiempo estamos pensando en algo distinto a lo que estamos haciendo. Vivimos distraídos, divididos, atrapados en automatismos mentales. Esta desconexión interna no solo afecta nuestro desempeño, sino que nos roba el presente… y con él, la vida.
Recuerdo a Miguel, que era brillante. Tenía ideas de negocio sólidas y una red de contactos envidiable. Pero cada vez que estaba por tomar acción, algo lo frenaba. «Nomás no puedo ejecutar», me confesó. Al profundizar, descubrimos que su mente funcionaba como un avión sin piloto: pensamientos automáticos, ruido emocional, miedo encubierto. Fue hasta que decidió «sentarse en silencio con su mente» y empezar a observar, dirigir y reprogramar su pensamiento, que despegó, no solo en su emprendimiento, sino en su vida personal.
Si eres joven profesional, emprendedor o líder, probablemente enfrentas alguno de estos síntomas:
1. Rumiación constante: Tu mente repite errores del pasado o anticipa catástrofes del futuro.
2. Diálogo interno negativo: Te hablas peor de lo que le hablarías a un enemigo.
3. Falta de enfoque y dispersión mental: Saltas entre tareas sin profundidad ni dirección.
El problema no es pensar demasiado, sino quedarnos atrapados en pensamientos negativos que generan desequilibrio físico, emocional y espiritual.La mayoría de las personas nunca aprendió a pensar bien. Nos enseñaron a memorizar, a responder, pero no a dirigir la mente como una herramienta a nuestro servicio.
En Control Mental y Emocional, explico que la mente es como un músculo indisciplinado: si no se entrena, se vuelve débil, dispersa y esclava de los estímulos. Pero si se fortalece, se convierte en tu mayor aliada para tomar decisiones firmes, sentirte en paz y actuar con claridad.
Neurocientíficamente está demostrado: cada pensamiento repetido fortalece una red neuronal. Por eso es tan importante dejar de alimentar pensamientos limitantes. Si no eliges tus pensamientos, alguien más (tu pasado, tu entorno, tus miedos) lo hará por ti.
Aquí tienes cinco prácticas esenciales para comenzar a tomar el control del cockpit de tu mente:
1. Respira para renovar tu centro: Dedica 10 minutos por la mañana y por la noche a descansar la mente y el cuerpo mediante respiraciones profundas y conscientes. Es el ritual más simple y más poderoso para resetear tu sistema nervioso.
2. Cultiva un espíritu de grandeza: Cada día, en cada pensamiento y acción, procura transmitir sentimientos de alegría, amor y confianza. Esta actitud no solo cambia tu energía interna, sino que impacta a los demás. El alma se eleva cuando actúas desde grandeza.
3. Entrena el monodeísmo (una sola cosa a la vez): La concentración es un superpoder olvidado. Aplica bloques de enfoque profundo —como la técnica Pomodoro— para dedicarte completamente a una sola tarea sin distracciones. La mente enfocada es mente libre.
4. Desactiva el piloto automático: Observa tus pensamientos. Ponles nombre. Pregúntate: ¿Esto me impulsa o me frena? Este simple acto de conciencia interrumpe patrones automáticos y te devuelve el control.
5. Cambia la apreciación del evento: Cuando algo negativo te suceda, hazte esta pregunta: ¿Cómo esto puede beneficiarme? No se trata de negar el dolor, sino de cambiar el lente con el que lo miras. El pensamiento no debe generar más sufrimiento, sino generar sentido. Ese cambio de perspectiva puede transformar tu experiencia emocional por completo.
No puedes controlar todo lo que te pasa. Pero sí puedes controlar cómo lo interpretas. Y ahí, en ese acto invisible, empieza tu libertad.
No se trata de forzar pensamientos positivos superficiales. Se trata de asumir tu poder interior. De recordar que tú eres el piloto. Y que el primer territorio que debes conquistar… es tu propio pensamiento.
@alexgfandino
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