Después de ver las imágenes que rondan a través de las redes sociales sobre la llamada #MarchaDelPueblo a la que se convocó desde el púlpito del oficialismo, en la que se llenaron las plazas por medio del aparato del Estado ha quedado claro, una vez más y, aparentemente de manera definitiva, que el presidente López Obrador está dispuesto a quemar sus naves en búsqueda del poder total para su proyecto alternativo de nación.
Desafortunadamente para la gran cantidad de mexicanos que se encuentran decepcionados del actuar de su clase política durante las últimas décadas y, sobre todo, necesitados por resultados urgentes a las carencias que viene arrastrando una sociedad olvidada e irritada, el día de ayer quedó por sentado que, la gran oportunidad que tenía el partido en el poder de unificar a los mexicanos en torno a un mismo proyecto en el que, nadie se quedará atrás y unos a otros se brindaran la mano, quedó totalmente dinamitado al ponerse al tú por tú en contra de una población que difiere con las políticas públicas que ha encabezado el sistema actual.
Pero bien, comencemos por partes, el actual gobierno de Morena contaba con una oportunidad histórica difícil de repetir en el corto plazo, ya que, como todos sabemos llegaron al poder en 2018 con una cantidad suficientemente holgada de votos, así como también, de posiciones en el Congreso de la Unión y las entidades federales, lo cual, le abría una ventana de oportunidad a la esperanza de millones de mexicanos que veían en su gobierno una manera distinta de hacer política en el que los más de 130 millones que habitan nuestro país, podían formar parte de la toma de decisiones. Sin embargo, la gran oportunidad brindada por la legitimidad otorgada al presidente López Obrador, poco a poco se ha venido diluyendo comenzando con la salida de su gobierno de personajes que, por su propia naturaleza, funcionan como puentes estratégicos con la voz de una gran parte de la sociedad mexicana que en el pasado había tenido sus reservas para confiar en el gobierno de la llamada cuarta transformación, quienes tal como bolos de boliche han venido cayendo sistemáticamente y, junto con ellos se cae la esperanza de un gobierno unificador. Tal es la suerte que han seguido personajes como: Carlos Urzua, Lilly Tellez, Tatiana Clouthier, German Martinez, Alfonso Romo, y con un pie fuera, el Senador Ricardo Monreal.
Lejos estamos en México de un gobierno conciliador entre las diferentes partes, el día de ayer quedó demostrado la clara y diáfana división que existe entre dos polos distintos de la población, en los que, desde el oficialismo, en lugar de buscar la unificación por medio de la gran legitimidad con la que se arribó el poder, se ha enfrascado en una lucha sin sentido calificando a sus críticos con consignas como: hipócritas, fifis, corruptos, aspiracionistas, entre muchas otras descalificaciones. Por lo que, se antoja complicado cumplir con el axioma político acuñado por Aristoteles en el que se afirma que, la política debe de buscar siempre el justo medio, por medio del cual, se construya el bien común de una sociedad, viendo con objetividad por los intereses de toda la población sin dejar a nadie atrás.
Por último, compartiremos la siguiente reseña denominada “Al Zócalo” escudriñada por el periódico El Informador. “Todos convocados a la marcha de apoyo popular a las medidas revolucionarias del presidente López … en donde ha quedado demostrado que, de este lado están las mayorías que exigen justicia y del otro están los ricos que quieren quedarse con el tesoro … muchas gracias al pueblo de México por llenar el Zócalo y respaldar esta medida profundamente nacionalista”. Expresaban los titulares del periódico El Informador un 4 de septiembre de 1982 en referencia a la marcha convocada desde el aparato del sistema como un culto a la personalidad del presidente José López Portillo. Cualquier parecido con la actualidad, no es coincidencia.
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