Pasan y pasan los años y la promesa por volver a tener un municipio próspero como el de antaño se ha convertido en una utopía que se antoja difícil de cumplir en el largo plazo, desembocando así, en una apatía y desesperanza generalizada en la mayoría de la población.

Evidentemente, la percepción que existe entre la ciudadanía Cajemense de que su municipio simple y sencillamente se encuentra estancada en un bache de inseguridad, falta de oportunidades y malestar generalizado, se ha venido confirmando durante los últimos años con datos cuantitativos brindados por instituciones oficiales que se han encargado de medir de manera puntual y objetiva los principales indicadores del municipio donde, para desgracia de los casi medio millón de habitantes del municipio de Cajeme, nuestra ciudad aparece con regularidad en los primeros lugares de dichos deshonrosos estudios.

Sin embargo, no podemos caer en ningún momento en la conclusión cómoda, de echar la culpa al gobierno en turno cuando una de estas encuestas nos colocan en las portadas de medios locales e internacionales, si bien es cierto que, ninguno de los gobiernos recientes del municipio ha logrado realizar cambios y transformaciones profundas que despierten a Cajeme del largo letargo en el que se encuentra, es importante también mencionar que, una renovación de tal calado no llegará nunca de la parte gobernante, sino más bien, deberá ser primero una revolución de conciencias ciudadanas que poco a poco vayan conquistando almas en la batalla de las ideas para en consecuencia y tal como si se tratara de una guerra con las armas, ir persuadiendo y conquistando las almas y corazones de los ciudadanos de bien quienes, aunque no lo parezca, son mayoría.

En este andar de recuperar el municipio que alguna vez fue Ciudad Obregón, cuando parece avanzar un par de peldaños, la circunstancias nos sitúan una vez más de golpe y porrazo en la triste realidad al darnos cuenta que, para las autoridades, el municipio de Cajeme sigue sin “pintar” en el tablero, ninguneando una y otra vez a la segunda ciudad más importante de la entidad y uno de los polos agrícolas más importantes del país, hogar de mujeres y hombres que han sido claves para definir el rumbo de México, quienes al menos durante el último cuarto de siglo de su existencia se han tenido que acostumbrar a vivir entre las sombras de otros municipios y entes que sí han corrido con la suerte de ser tomados en cuenta para generar mejores oportunidades para sus habitantes.

Un municipio como Cajeme, con la trascendencia y las dificultades a las cuales se enfrenta, debería ser tomado en cuenta como una de las propiedades primordiales de cualquier gobernante, es por lo que, la indiferencia de las autoridades emanadas del propio municipio cala hondo en el orgullo y la esperanza.

En conclusión, Cajeme no tiene porqué pedir limosnas ni rogar un trato digno, simple y sencillamente, el otrora conocido como “Granero de México”, debería de exigir lo que le corresponde por deuda histórica, tal como se hace con ciudades como Hermosillo y con las comunidades indígenas, principalmente de la etnia Yaqui, es momento que se realice el Plan Histórico de Justicia para los Obregonenses, para que de una vez por todas se resarzan los agravios cometidos a las miles de familias honradas y trabajadoras que ya están hartas de vivir en un entorno de malestar.
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