Visión juvenil
Por: Manuel Borbón

El término de calcificación democrática o electoral, es utilizado con suma frecuencia en el sistema político estadounidense, donde recientemente se ha presentado dicho fenómeno, el cual, no significa otra cosa más que, la estabilidad que presentan los votantes al mantener de manera casi inamovible sus intenciones de voto en comparación con el sentido real a la hora de emitir su voto.

Es decir, la calcificación democrática se hace presente en una democracia polarizada en la que las preferencias de los habitantes se encuentran plenamente definida, por lo cual, los factores políticos como lo son: los candidatos, los partidos, sus propuestas, errores u omisiones, se vuelven prácticamente irrelevantes, ya que, como comentamos con anterioridad, el ciudadano con capacidad de emitir su voto ya cuenta definido previamente su elección.

En el caso mexicano, la calcificación democrática se ha hecho presente prácticamente desde la llegada al poder del régimen morenista, el cual, vino a cambiar en gran medida la manera en la que se venía haciendo política en nuestro país. Por ejemplo, en el caso de la elección presidencial de 2018, en la que, prácticamente desde que inició dicha contienda, el favorito para llevarse la presidencia, Andrés Manuel López Obrador, no solamente mantuvo su ventaja durante las campañas, sino que logró aumentar su superioridad y con eso provocar una ola de triunfos electorales a través del territorio nacional.

Para muestra, pondremos sobre la mesa las últimas dos elecciones que se presentaron en nuestro país en Coahuila y Estado de México, en el que tomaremos como punto de referencia el ejercicio estadístico realizado por la empresa Político Mx a través de su plataforma Polls.mx, en el que realizan un compilado de las encuestadoras más serias del país en búsqueda de un resultado objetivo.

En el primer caso, Coahuila, al mes de enero dicho ejercicio brindaba un porcentaje de 44% a la alianza encabezada por PRI, PAN y PRD, mientras que a Morena le otorgaba un 38% y un 13% al Partido del Trabajo, a pesar de que, a punto de iniciar el proceso electoral ocurrió el hecho trascendental de la escisión de uno de los suspirantes morenistas para competir por el Partido del Trabajo, los resultados oficiales dieron a la alianza un 56%, al partido Morena un 21% y al Partido del Trabajo 13%, es decir, el sentido general de la población no viró de manera significativa. Por su parte, la elección en el Estado de México presentó un caso sumamente similar, ya que, según Polls.mx para enero del año en curso, Morena contaba con el 54% de las preferencias, mientras que la alianza de PRI, PAN, PRD y Nueva alianza representaba un 38%, en dicha elección Movimiento Ciudadano contaba con solo el 7% de las preferencias, sin embargo, su candidato, el senador, Juan Zepeda, decidió retirarse de la contienda, lo cual, en apariencia debería haber modificado las preferencias de sus electores, empero, al momento de los resultados oficiales los números se asemejan bastante a los iniciales ya que, Morena por medio de su candidata Delfina Gomez obtuvo el 52% de los votos, mientras que Alejandra del Moral de la alianza el 44%.

Evidentemente, las generalidades tienden a romperse, así como también, lógicas locales en ocasiones terminan por pesar en microclimas electorales a lo largo y ancho del territorio nacional, sin embargo, este fenómeno parece haber encontrado en nuestro sistema democrático un hogar para asentarse, es por lo que, con mucha frecuencia vemos como el partido puntero en búsqueda de la presidencia de la república, se esmera en dar a conocer encuestas con mucha antelación al proceso electoral para tratar de influir en el inconsciente colectivo de su supuesta “invencibilidad”. A pesar de ello, la reciente resucitación de la oposición y, la creciente subida en las encuestas de Xóchitl Gálvez parecen haber confirmado que para los comicios electorales de 2024, habrá tiro.

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