Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón
Al momento en que se escriben estas letras, las candidatas y el candidato presidencial se encuentran afilando sus cuchillos para entrar al que será el primer debate de la campaña por la Presidencia de la República, en la que, una constante desde el inicio de la contienda ha sido la parsimonia del ambiente electoral, lo que ha convertido a está campaña en una de las más grises de la historia reciente de nuestro país, por lo que, la expectativa en dicho ejercicio no es menor. Debido a lo anterior, esbozaremos algunas preguntas que surgen previo a la realización del encuentro, por lo que, al momento en que usted se encuentre leyendo este texto, será usted quien de respuesta a algunos de los siguientes cuestionamientos.
¿Para qué sirven los debates? y, ¿Desde cuándo se hacen? En las democracias modernas, los debates han funcionado como herramientas en las que, los electores pueden observar frente a frente a quienes aspiran a ocupar cargos de poder, para así, tomar una decisión lo más informada posible. Si bien es cierto, la herramienta de confrontación de ideas existe casi desde la propia concepción de la democracia, los debates como los conocemos ahora fueron ideados en Estados Unidos a partir de la elección presidencial de 1960 en la que se enfrentaban un experimentado político en la persona de Richard Nixon en contra del joven John F. Kennedy, el cual, es recordado por representar un antes y un después en la manera de hacer política ya que, en ese entonces el favorito para hacerse con la silla presidencial del país más poderoso del mundo, Richard Nixon, se enfrentó por primera vez a las cámaras dando una imagen de cansancio, mientras que, por otra parte, el candidato emergente Jonh F. Kennedy con una buena sonrisa, bronceado y elocuencia al hablar logró conectar con el electorado estadounidense para dar un viraje a las preferencias electorales de dicha contienda. Asimismo, en nuestro país, la primera ocasión en que se realizó un debate presidencial fue en la elección de 1994, en la que, no pocos fueron los que a partir de un gran debate en manos del panista Diego Fernandez de Ceballos, vaticinaron la derrota por primera vez en su historia del candidato del PRI, Ernesto Zedillo, cuestión que no se concretó, pero que, hasta le fecha es recordada como un hito en las campañas presidenciales.
¿Quién tiene más que perder? En cualquier debate, quien va arriba en las encuestas es quien tiene más que perder ya que, al encontrarse por encima de sus competidores en la contienda es de quien se espera algún tropiezo o error, por lo cual, en esta ocasión quien tiene más que perder, pero también, quien la tiene más sencillo, es Claudia Sheinbaum, quien con el simple hecho de no cometer errores y esquivar con inteligencia y simpatía los ataques de sus rivales es suficiente para salir bien librada del reto que tiene enfrente.
¿Quién tiene que arriesgar? Sin duda, quienes van abajo en la contienda son quienes tienen que correr el riesgo de ir más profundo al agua, es el caso de Xóchitl Gálvez quien, por su estilo, las expectativas están puestas en ella ya que, desde el comienzo de la contienda los números en las encuestas se han “calcificado”, es decir, su campaña no ha logrado permear como lo esperado, por lo que, el primer debate presidencial podría significar un respiro para su campaña, de lo contrario, si al momento de leer estas líneas usted juzga que no lo logró, quizá podríamos estar hablando de una campaña culminada.
¿Quién tiene que ganar? Dicho de otra manera, quien no tiene nada que perder, es quien se encuentra en el último lugar de la contienda, ya que, con regularidad en los debates, los candidatos alejados de las cimas en las preferencias terminan por dar sorpresas por su histrionismo y arrebató al no tener nada que perder, por supuesto, hablamos del candidato naranja, Jorge Alvarez Maynez, quien podría dar una sorpresa al contrastar con su condición diferente y lograr captar algunos puntos a su favor.
¿Quién ganó el debate? La última pregunta la deberá contestar usted, sin olvidar que los debates son una herramienta para escuchar, no solo lo que los candidatos quieren decir en “las ganadas”, más bien, conocer de sus debilidades, errores y capacidades, para tomar una decisión informada sobre de quien habrá de llevar las riendas del país en momentos convulsos como los que estarán por delante.
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