El nacimiento de la familia como institución data de orígenes tan antiguos como la humanidad misma, la cual, al convertirse en el primer medio de sobrevivencia ha permanecido con el paso de los años para convertirse en el núcleo de las sociedades modernas.

La familia nace junto con la especie del ser humano en primera instancia como una alianza entre dos personas para dar paso de manera consiguiente a la afinidad por consanguinidad por medio de la procreación, lo que en esencia daría como resultado la conformación de un núcleo familiar que, en sus inicios tenía como principales objetivos la convivencia bajo el mismo techo, así como también, la degustación de alimentos en dicho lugar. Sin embargo, con el paso de los años la institución familiar ha ido adquiriendo diversas funciones conforme la evolución de la vida misma de la humanidad, para convertirse en el ente principal de sostenimiento de las sociedad modernas; al ser, el hogar familiar, el corazón formativo y educativo de las nuevas generaciones, donde mantienen sus primeros contactos con el mundo exterior, así como con otras personas, y aprenden lo básico de la convivencia social, por lo cual, mantener a dicha institución como un ente fortalecido y protegido ha cobrado suma relevancia durante los últimos años donde el hedonismo, el egoísmo y algunos otros antivalores, han llevado a las sociedades a encontrarse con retos y complejidades nunca antes vistas, poniendo así, en riesgo la convivencia entre los seres humanos de distintas sociedad en un estado de bienestar.

Pero bien, comencemos por definir lo que debería lograrse en la época moderna según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, quienes definieron a la familia como el elemento natural, universal y fundamental de las sociedades modernas. Por lo tanto, en momentos complejos, donde el futuro se avizora incierto, los ciudadanos deben de tomarse un momento para voltear un poco la mirada hacia el pasado para reconocer lo que nos ha colocado en esta situación y echar mano de la institución social más antigua de la humanidad que es, la familia.

Justamente en estas fechas decembrinas donde se celebran tiempos de paz, amor y corren vientos de cambio en las comunidades debido a la llegada de un nuevo año, pero sobre todo, por la celebración precisamente de la conformación de una familia con el nacimiento de Jesucristo, es importante identificar la importancia de esta institución milenaria que ha sido relegada durante los últimos años para volverla a poner en el centro de las decisiones públicas y privadas como una manera de comenzar a retomar el rumbo de una sociedad olvida y necesitada de un revulsivo que nos vuelva a colocar en el camino de la prosperidad y la paz para la reconciliación entre sus cohabitantes.

De frente al año que está por comenzar, es importante tomar estos días como una pausa de reflexión familiar en la búsqueda de no dejar a nadie atrás en el andar de la senda del progreso.

“La familia significa que nadie se queda atrás ni se olvida” – David Ogden

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