Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón
A punto de terminar uno de los procesos necesarios para desahogar la sucesión presidencial de 2024, el saldo dejado por las precampañas en nuestro país debería de poner a pensar, en primera instancia, a quienes se dedican a estudiar los sistemas y procesos electorales en nuestro país, es decir, los politólogos y, posteriormente, a quienes de una u otra manera, son parte de la toma de decisiones para realizar los cambios necesarios en el sistema político mexicano para satisfacer las necesidades actuales de los ciudadanos.
La sensación generalizada entre la población de nuestro país respecto al tema de las precampañas, prácticamente es unánime, a pesar de que los tiempos legales refieren a que, dicho proceso debió de comenzar recién en noviembre pasado, la práctica nos demuestra un ambiente sumamente diferente ya que, todas las fuerzas políticas en México optaron por iniciar campañas desde hace aproximadamente un par de años, algunos de manera directa y otros con simulaciones simplonas, pero todos bajo la misma finalidad de ganar adeptos con la mayor antelación posible, lo cual, parte de la premisa de la “calcificación electoral”, comúnmente conocida en sistemas políticos como el estadounidense, en el que, en momentos de suma polarización como los actuales, el electorado define su bando con mucho tiempo de anticipación y, por lo tanto, se vuelve sumamente difícil que cambie su preferencia partidista en periodos de campaña.
Debido a lo anterior, la candidata que, desde entonces y, hasta el momento, se perfila como la favorita, Claudia Sheinbaum no ha arrendado un paso para avanzar en búsqueda de su victoria como se dice coloquialmente, siguiendo el “librito” en el que, ante una ventaja amplia y, con la alta calificación que cuenta el proyecto al cual representa, basta con no cometer errores. Empero, una cosa a recalcar, sería la apertura presentada por la misma a su proyecto de nación, ya que, tal como lo hiciera en 2018 el hoy presidente López Obrador, Claudia ha realizado suma de importantes liderazgos ajenos al movimiento de los cuales, se entiende, buscan mejorar su imagen ante un electorado mucho menos radical, tales sumas como la de Javier Corral, ex gobernador de Chihuahua; Pedro Kumamoto, primer diputado local independiente en Jalisco; Rommel Pacheco, diputado federal del PAN en Yucatán; Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM, entre otras adhesiones similares a lo largo y ancho del país.
Por su parte, la campaña de la coalición Fuerza y Corazón por México, sigue contando con el reto de avanzar en la búsqueda de la presidencia, es decir, los dos dígitos de desventaja que reconoce la propia candidata Xóchitl Gálvez le exigen realizar una campaña de aciertos y mucho más disruptiva en la que, las estructuras de los tres partidos parecen haber estancado a la candidata que significó un ascenso sobresaliente en las primeras semanas de sus aspiraciones, por lo cual, innovaciones como la campaña “Feliz fin de AMLO”, con la utilización de drones para dar un mensaje, representan lo que en campaña deberán hacer si quieren remontar dicha desventaja.
Mientras tanto, el partido naranja, sigue aún sin definición de candidato quedando prácticamente abrumados después de la caída de quien podría haber significado para ellos la oportunidad de competir de manera seria en la carrera presidencial, Samuel García, por lo cual, la precampaña les pasó de noche.
Este próximo 18 de enero termina el periodo de precampañas, por lo cual, analizar lo que pasa en la realidad para adaptar el sistema y dar mejores resultados a los ciudadanos deberán ser temas de importancia para quienes resulten electos en los próximos comicios de 2024, significando quizá en la realización una nueva y profunda reforma política.
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