En la capital de Sonora son cada vez más frecuentes los casos de personas afectadas por bandas delincuenciales que se dedican a la extorsión, conocidas en el sur del país como “montachoques”. Su modus operandi consiste en fingir que su vehículo ha sido alcanzado y golpeado por otro automóvil, conducido por la víctima, a la que previamente escogieron como su presa.

La estrategia es que un hombre y una mujer, los supuestamente afectados, persiguen a su objetivo, al que obligan a detener su marcha y con palabras altisonantes y amenazas, le exigen entregar de inmediato una cantidad de dinero para “reparar” el daño, alegando que quien les chocó su auto escapó para evadir su responsabilidad.

La escena es propiamente el montaje en el que las advertencias suben de tono, y ante las amenazas de que los delincuentes están dispuestos a causarle daño a su víctima o a sus acompañantes, si no desembolsar la cantidad que exigen, muchas personas ceden, para luego caer en cuenta de que fueron engañados.

Pero, además, existe el riesgo de que los delincuentes se pongan nerviosos ante cualquier situación y puedan hasta usar armas de fuego en contra de quienes se nieguen a entregarles la suma de dinero que exigen.

En el 911 se han registrado varias llamadas denunciando estos actos de extorsión, sobre los cuales hasta los mismos agentes de la policía municipal admiten que en la ciudad operan no una, ni dos sino varias bandas de “montachoques”, una práctica que viene incrementándose desde octubre – noviembre del año pasado; pero tal parece que las autoridades están empeñadas en ocultar este nuevo flagelo en materia de inseguridad.

Una de las personas afectadas la tarde del pasado domingo 16 de octubre, quien se resistió a cumplir los caprichos de estos delincuentes, dijo que es imposible creer que las autoridades no estén enteradas de lo que ocurre en Hermosillo pues, aquí como en cualquier otra población, bien sabido es que ningún grupo delictivo puede operar jamás en ningún territorio, sin la debida autorización de los grupos criminales predominantes.

Por si algo faltaba, además de la plaga de tiradores de droga, roba-carros y sicarios del crimen organizado, ahora la población tiene que lidiar con los “montachoques”, que rápidamente se están convirtiendo en una preocupación más, la cual viene a alterar el escaso clima de tranquilidad que queda.