Las campañas políticas en la era moderna se han convertido en grandes proezas de la comunicación y propaganda, las cuales, conforme el paso del tiempo se han vuelto más complejas y encarnizadas, sobre todo, a partir de la llegada del internet y las redes sociales, lo que provocó que, además de ser un arte de persuasión para acceder al poder, se convirtieran en tema popular con acceso al momento para cualquier objetivo potencial. Sin embargo, aunque la forma haya cambiado, el fondo de las campañas políticas sigue siendo el mismo, pudiendo ser rastreado casi desde los inicios de convivencia en sociedad del ser humano, comenzado por “El manual del candidato” creado por Quinto Cicerón para su hermano Marco Tulio en el siglo I a.C., para después pasar a la perversa propaganda nacional socialista de la Alemania Nazi, hasta la epoca moderna con el primer debate televisado entre John F. Kennedy contra Richard Nixon, así como también, de las campañas presidenciales de Ronald Reagan quien al tener un origen en la actuación significó un antes y un después en la manera de hacer campañas con su lema “Make America Great”, mismo de donde proviene el famoso dicho de Donald Trump, y, por supuesto, la travesía de Barack Obama al convertirse en el primer afroamericano en ser presidente de la primera potencia mundial con su ya clásico “Yes we can”.

Como podemos observar, la política encierra en sí misma una guerra de comunicación y propaganda de la cual, los candidatos al momento de ganar una elección se convierten en rehén de las mismas, algunos con mejores resultados que otros, hasta que, en algún momento de su transición por el poder sus resultados, sean estos buenos o malos, terminan por alcanzar las campañas de comunicación y propaganda por más elaboradas y sofisticadas que estas sean.

En el caso mexicano, no estamos exentos de ellos, ya que, si volteamos a la historia el régimen encabezado por el entonces partido en el poder, PRI, quienes accedieron y mantuvieron el poder anclados en el empuje que representaba ser los poseedores de la lucha revolucionaria y fueron bautizados por Carlos Vargas Llosa en 1990 como la dictadura perfecta, terminaron por sucumbir en el año 2000 después de un desgaste generalizado por el ejercicio en el poder, mismo que comenzó a sentirse posterior a la crisis provocada por el levantamiento estudiantil de 1968, seguido de las crisis económicas subsecuentes.

De la misma manera, el Partido Acción Nacional accedió al poder bajo el lema del “cambio” el cual significaba por sí mismo una gran propaganda que alentaba las esperanzas de millones de mexicanos que depositaron su confianza en el partido blanquiazul seducidos por su gran capacidad de comunicación encabezada en su momento por Vicente Fox. A pesar de ello, solo bastaron un par de sexenios para que la ciudadanía decidiera que, derivado de la inseguridad y problemas económicos, el PAN comenzará primero por perder terreno ganado en gubernaturas importantes como las de Nuevo León y Jalisco, para posteriormente terminar por perder la presidencia de la república.

Actualmente, el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador cuenta con una ventaja que no supieron aprovechar sus antecesores, el poder de la seducción a través de la propaganda, ya que, si bien es cierto que en los datos duros, el gobierno de López Obrador autonombrado como la Cuarta Transformación, no cuenta con grandes resultados que presumir, la esperanza de una lucha de izquierda en el que todos los males del presente siguen siendo culpa de los pasados y, sus estrategias de comunicación populistas y digeribles han provocado que su aprobación se mantenga en niveles que sus antecesores nunca soñaron.

Empero, como hemos visto con anterioridad, la historia nos dice que, tarde o temprano, la propaganda ideológica termina por sucumbir ante las realidades que se viven en el país, es por lo que, ante la campaña adelantada que ha explayado Morena a nivel nacional, no son pocos los reveses que poco a poco comienzan a brotar por todos los rincones del país donde, cuando no es un padre de familia de algún paciente de cáncer, los reproches vienen de madres que buscan a su hijo desaparecido, o por que no, de algún productor del campo quién de la noche a la mañana se quedó sin sustento gubernamental de ningún tipo. Tiempo al tiempo.

“Los dos guerreros más poderosos son la paciencia y el tiempo”. – León Tolstói