Perspectiva Sonora
Por Eugenio Madero Samaniego
Casi igual como sucedía durante el sexenio del ex gobernador sonorense, Manlio Fabio Beltrones, la reportera Reyna Haydee Ramírez Hernández también ha incomodado al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Los reporteros que tuvimos la oportunidad de cubrir esporádicamente la fuente del Gobierno del Estado a principios de los años 90’s (aunque un servidor estaba más concentrado en la deportiva), todavía recordamos los momentos desagradables que hacía pasar la chaparrita de la Costa de Hermosillo al oriundo de Villa Juárez.
Porque cuando no lo comprometía con sus preguntas en alguna conferencia formal o de banqueta, se le encaramaba -literalmente- al estribo de la camioneta Suburban para seguirlo cuestionando; lo cual no solo fastidiaba al Mandatario, sino también a sus escoltas que con fingida delicadeza cumplían con retirarla.
Obviamente que Reyna Haydee, como reportera nueva en el mundo del periodismo político, solamente acataba órdenes de sus jefes de El Imparcial; que desde aquel tiempo, en lugar de contratar reporteros con iniciativa, preferían empleados doblegados a sus órdenes y caprichos -como los que actualmente siguen teniendo-.
Algunos de esos reporteros, por cierto, hasta con 30 años de antigüedad.
Y con miedo a que los corran.
Desde aquel tiempo en El Imparcial, se suponía que las órdenes acatadas por Reyna Haydee surgían de un séquito de «generales» que supuestamente encabezaba el director, José Santiago Healy Loera, quien por falta de vocación y autoridad, permitía que se repartiera el poder entre sus subalternos.
Uno de ellos y que mandaba como si fuera el dueño, era un viejo déspota llamado Tomás Gómez Montalvo -y que oficialmente era el gerente general-, a quien después de muchos intentos por fin lo corrieron porque ya tenía harta a la familia dueña del periódico; desembolsando una gran cantidad de dinero a través de una firma de Contadores con mucho prestigio y de apellido Sotomayor.
Era tanta la hipocresía de Gómez Montalvo, que al convertirse en «editorialista» del periódico en una sección llamada Columna Huésped, se despedía con una frase que creo decía: «no fume, no tome, pórtese bien y de vez en cuando hable con Tata Dios».
Pero ahí, no termina todo.
Era tan grande su soberbia y autoritarismo, que en el reglamento de Recursos Humanos prohibió los noviazgos o matrimonios entre los empleados, además de no permitir que los trabajadores se contrataran en otra empresa (dígase radio o televisión, porque todavía no se inventaban los sitios web y menos las redes sociales).
Tampoco dejaba que las mujeres vistieran faldas arriba de las rodillas, y otras simpladas que obedecían todos los empleados por miedo al despido.
Bueno, pero estamos con el tema de Reyna Haydee Ramírez, quien al salir de ese periódico fue una excepción al trabajar libremente para sus intereses y no para los de sus jefes.
Como sí hubo otros casos con personal de este periódico, en los que incluso se registraron consecuencias muy lamentables; pero que en otra ocasión podríamos abordar.
El asunto es que ahora, en su etapa de reportera independiente, a Reyna Haydee la habíamos estado viendo muy activa por televisión y en las redes sociales asistiendo de manera regular (casi a diario) a las conferencias matutinas del Presidente de México.
Sin embargo y por palabras que ella misma expresó hace unos diez días (el jueves 21 de julio), ahora le permiten solo dos accesos al mes.
En su intervención al micrófono en esa ocasión, y pese a su titubeo al exponer temas variados, debemos reconocer la valentía de encarar al Mandatario de la Nación y enfrentar a los periodistas afines a la Cuarta Transformación (4T), seguidores y hasta adversarios al régimen que la han amenazado anónimamente.
Razón por la cual ya puso la denuncia.
Algunos de los que vivimos para, y del periodismo -en tantos años-, tenemos la tendencia a solidarizarnos con ella; ya que ha llevado a estas conferencias matutinas un estilo no común de hacer las preguntas y de no «ponerle ‘pechitas’ para que (el Presidente) las batee de jonrón» (sic).
Frase que emitió ese jueves Reyna Haydee, antes de reprimir de «palero» a otro periodista que estaba tratando de callarla para que el Mandatario pudiera retomar la voz en el micrófono del pódium.
Debo decirles que, quienes conocemos profesionalmente a Reyna Haydee, sabemos que cuando toma la palabra, resulta muy incisiva en sus ideas.
Obvio que después de esta escena en Palacio Nacional, muchos columnistas e intelectuales de la Ciudad de México opuestos al poder (y que se supone ganaron mucho dinero en sexenios pasados), le tupieron al reportero llamado Hank, a los simpatizantes de la 4T y al tabasqueño.
El caso es que para el lunes 24 de julio, en solidaridad con los periodistas conocidos como «chairos» -y principalmente con el simpatizan te del oficialismo, al que Reyna Haydee lo calificó como «palero»-, el presidente López Obrador mostró su apoyo para que, ni siquiera, se les intentara estigmatizar.
¡Hijuelas!
Creo que ese punto, particularmente, no me está quedando muy claro.
Porque Reyna Haydee, entre tantos temas que quiso abordar -a lo último de su intervención ese jueves 21 de julio-, le pidió al Presidente que hablara sobre la estigmatización que él hace a los adversarios de la 4T.
No obstante y en respuesta a ese comentario, López Obrador dio por terminada la conferencia y se retiró del lugar; dejándola literalmente con la palabra en la boca y con el micrófono abierto en cadena nacional.
Y como escribí líneas arriba, ya para el lunes 24 de julio, al reactivarse estos encuentros en Palacio Nacional, fue cuando el Mandatario se mostró solidario con los periodistas afines a su sistema de gobierno; por lo que rechazó los comentarios editorialistas de sus adversarios, entre los que, repito, se encuentran periodistas e intelectuales como Loret de Mola, Aguilar Camín, Krauze, etcétera.
Al estar presente el reportero Hank ante esas palabras de consuelo, resultaba obvia su imagen de emoción y agradecimiento.
Pero, bueno…
En conclusión quiero expresar que estos comentarios no tratan, de ninguna manera, de avalar o denostar la postura de los periodistas o de los gobernantes; sino de promover el respeto entre ambos gremios.
Si un reportero es simpatizante o adversario a cualquier régimen, no tiene porqué ser reprimido ni estigmatizado por uno u otro sector.
Y menos por alguna autoridad.
Tampoco es bueno que un periodista agreda sin sustento a un político.
Esperemos que lo sucedido en la capital del país no se replique con ningún caso en Sonora.
Y a Reyna Haydee, nuestro respeto y solidaridad.
Seguimos en contacto.