Abel Murrieta Gutiérrez
Por Karla Gámez
“Orión” quizás es la constelación más conocida del universo, la más prominente, “Orión” también es conocida como el “Cazador”; de acuerdo a la mitología griega “Orión” destacó entre todos los héroes existentes por su tamaño y fuerza, sobre su muerte destaca el mito de haber muerto por la mordedura de un escorpión.
“Orión” fue la clave que por años asignaron a Abel Murrieta Gutiérrez, mientras fungió como Procurador de Justicia del Estado de Sonora, no hay casualidades, tenían mucho en común, fue cazador y murió por el veneno, el veneno del miedo, la impunidad, la injusticia. Hoy Abel Murrieta así como “Orión”, regresa a casa.
Vienen a mi mente memorias de mi experiencia de trabajo y amistad con el licenciado Murrieta, recuerdo una tarde en el Congreso del Estado, pasaban de las cinco, el edificio se encontraba tranquilo no hubo sesión ese día; yo trabajaba en la oficina cuando tocaron la puerta que estaba entre abierta, no alcancé a decir adelante cuando veo una cabecita asomarse, era el entonces diputado Abel.
Lo saludé: Hola lic, ¿Cómo está?, pase. ¿Estás muy ocupada? Me preguntó. No, dígame, ¿Puedo ayudarlo en algo? Contesté; me pidió si podía ayudarlo con unos papeles e informes y con gusto accedí. Abel no tenía asistentes, no traía chofer, era un hombre sencillo, recuerdo venía llegando del rancho con su ropa de trabajo.
Me senté en su oficina frente a un montón de papeles apilados en el escritorio que poco a poco fuimos ordenando hasta terminar, tengo muy presente la plática que sostuvimos, me contó anécdotas de cuando fue Procurador de Justicia del Estado y curiosa como soy le pregunté sobre aquellos hechos que se suscitaron en Arizpe y Cananea (yo soy de Cananea y recuerdo algunos pasajes) lo escuché con atención, narró lo ocurrido, no se jactaba de las victorias obtenidas, ni se pavoneaba, era su trabajo y lo asumió como tal.
Le pregunté: ¿Y no le dio miedo? ¿No le daba miedo? Y así, calmado me contestó: No. No sé qué cara tendría yo pero sonrió, una sonrisa que no olvidaré. Esa tarde la conservaré en mi memoria.
Escuchar a Abel debatir en el pleno del Congreso del Estado era una delicia, yo trabajaba como asesora en el área de Comunicación Social de la fracción parlamentaria del PRI en la LX Legislatura, sin duda una de las mejores y más aguerridas. No puedo negar que en más de una ocasión Abel Murrieta me puso a “parir chayotes” como decimos coloquialmente, cuando se “agarraba” (en forma figurada) con debates y argumentos con los diputados de oposición, yo sufría, ya sabía lo que vendría más adelante y él solo sonreía y decía: no pasa nada Karlita, estás agarrando callo, y vaya que si aprendí.
Abel no podía negar el conocimiento jurídico que tenía, su experiencia como Procurador de Justicia del Estado no se discutía, le tocaron tiempos difíciles pero no se amedentró, ni echaba culpas, el Estado podía operar y eso le valió el reconocimiento de mucha gente que hoy está dolida y furiosa por la forma tan cobarde en la que murió.
Hablar de su trayectoria o currículum me tomaría varias cuartillas, así que prefiero destacar un poco más al ser humano, evocar recuerdos de un amigo como siempre me lo expresó, al que yo llamaba “lic Murrieta”, con quien sostenía comunicación periódicamente, en algunas ocasiones coincidimos en eventos de seguridad, conversábamos, intercambiábamos opiniones y puntos de vista. Tiempo después trabajando para un periódico en Hermosillo, participaba como colaboradora en un noticiero de radio en temas de seguridad; en uno de esos programas, cual sería mi sorpresa recibir un mensaje del licenciado felicitándome por mi participación, después me habló y charlamos largamente, la verdad fue un privilegio y un honor que alguien como él me hubiera expresado sus comentarios y que finalizara diciéndome: “Cómo has crecido, me da mucho gusto verte así fuerte, decidida y con conocimiento de la materia”.
Hoy jueves 13 de mayo, recibí infinidad de mensajes, llamadas, algunas de ellas de personas que tuvieron la oportunidad de laborar con él, de conocerlo, de verlo trabajar, ¡vaya! De verlo en acción y el calificativo que tuvieron hacia Abel Murrieta fue de un señor muy inteligente, que inspiraba respeto, sencillo, humano, capaz y sobre todo con huevos (así me lo dijeron).
Yo me quedo con el recuerdo de un ser humano excelente, brillante, con sentido del humor, con el profesional con el que podías pasar horas escuchándolo hablar y aprender mucho de él, me quedo con el recuerdo de un caballero, siempre respetuoso, podría extenderme mucho más, pero duele escribir.
Si hoy asesinaron de la manera más cobarde a un hombre como Abel Murrieta, que podemos esperar. La crisis en materia de seguridad se agrava aún más, lo vemos todos los días, las cifras y datos oficiales publicados en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad ahí están, hay que sumar la cifra negra, la que no vemos, la que no se denuncia porque se ha dejado de creer en la impartición de justicia, en el estado de derecho, se le perdió el respeto a la autoridad.
Los sonorenses llegamos al hartazgo, no queremos discursos, ni comunicados predecibles, queremos hechos no palabras, queremos vivir en paz.
Descanse en Paz Licenciado Abel Murrieta Gutiérrez.