Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón

A partir de la década de los sesenta y hasta los años ochenta, se consolidó a nivel mundial una nueva manera de ver, entender y aplicar la agricultura en el mundo, la cual, de la mano de su precursor, Norman Borlaug, se dice ayudó a acabar con la crisis de hambruna mundial que se vivía en aquel entonces, lo que llevó al reconocido investigador a hacerse acreedor del Premio Nobel de la Paz por sus aportaciones a la resolución de dicha problemática. Por lo cual, el Valle del Yaqui se convierte en un factor primordial en esta hazaña ya que, en 1945 a la llegada del afamado investigador a tierras yaquis, se data como el inicio de dicha revolución, por lo tanto, podemos afirmar que el Valle del Yaqui es la cuna de lo que en su momento significó una revolución a nivel mundial en materia agrícola.

Sin embargo, al paso de los años, el progreso y las necesidades de la humanidad no se detienen, por lo tanto, los retos a los cuales nos enfrentamos como sociedad son cambiantes y mayores conforme el paso del tiempo y, lo que en algún momento significó la problemática de hambruna a nivel mundial, hoy el destino nos pone frente a otra gran barrera, las inclemencias del cambio climático, más específicamente la sequía prolongada, la cual, ante las altas demandas de alimentos y la baja en los niveles de agua disponible recientemente ha puesto en jaque al sector agrícola de nuestra región, aunado a factores como la baja en los precios de los granos y el aumento en fertilizantes y demás herramientas para llevar a cabo dicha actividad.

A pesar de que lo anterior pareciera ser cosa menor, y algunos pudieran pensar que es un problema que al tiempo resolverá el mercado por sí solo, es preciso afirmar que, en regiones como la nuestra donde gran parte de la sociedad se encuentra ligada al sector agrícola de manera directa e indirecta, es importante prestar vital atención a dicho tema ya que, según algunas autoridades implicadas en la materia afirman que la sequía que vive nuestra región podría provocar que se dejaran de sembrar cerca de 170 mil hectáreas, lo cual, traducido al español significaron alrededor de 16 mil millones de pesos menos circulando en la economía de nuestro municipio, por lo que, evidentemente no hace falta mencionar las consecuencias que esto traería al bienestar de nuestra comunidad.

Dentro de las soluciones a largo plazo se encuentran sin duda la implementación de las nuevas tecnologías, las cuales, sin trastornar el ciclo del agua para un correcto equilibrio en nuestro medio ambiente, puedan significar un ahorro del vital líquido y, por ende, un uso sostenible que nos brinde progreso y bienestar para todos a largo plazo. Entre las tecnologías disponibles y más prácticas se encuentra la tecnificación del riego, ya que, según expertos en la materia el Valle del Yaqui se encuentra con niveles de tecnificación menores al 10%, manteniendo en su mayoría métodos de irrigación del siglo pasado, los cuales conllevan una gran cantidad de agua, en cambio, al usar métodos como el riego por goteo se podría contar con hasta un 40% de ahorro del vital líquido.

Para lograr lo anterior, es necesario que, tanto el gobierno (todos los niveles), los organismos agrícolas como el Distrito de Riego, la industria como Constellation Brands, y la sociedad civil, pongan de su parte y cedan cada uno parte de sus derechos para encontrar puntos en común para un bienestar general, es decir, un nuevo pacto que derive en un plan en conjunto para encontrar ese punto de sostenibilidad en el uso del agua.

Los tiempos de crisis son también tiempos de oportunidades, así como en su momento el Valle del Yaqui fue punta de lanza y hogar de una revolución mundial en materia agrícola, hoy también es necesario echar mano del ingenio y la valentía de quienes aquí se formaron para salir adelante y volver a poner en el mapa a nuestra región con una Nueva Revolución verde, ahora en el uso eficiente del agua.

borbonmanuel@gmail.com