Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón

El pasado 2 de junio se llevaron a cabo una de las elecciones más importantes en la historia de nuestro país, las cuales, habrán de ser parte de los libros de historia debido a muchos factores tales como el hecho de tener a la primera presidenta en la historia de nuestro país, la copiosa votación en favor del proyecto gobernante y, la polarización que existe entre un par de polos en la población que generó la negación de la derrota en uno de ellos.

En todo este entramado de temas, ha surgido una pregunta que se habrá de repetir, por lo menos, durante el semestre restante del año, ¿Qué pasará con la oposición en México?, luego de que, el partido en el poder y sus aliados obtuvieron la histórica cifra de casi 36 millones de votos, superando la cantidad de votos recibida por López Obrador en 2018 y, doblando la votación obtenida por Enrique Peña Nieto en 2012, lo que, entre muchos otros factores, coloca a los partidos de oposición contra la espada y la pared para retomar el rumbo de su futuro o, correr la suerte de su otrora instituto aliado, el PRD, quien después de la salida de sus filas de López Obrador comenzó una debacle que culminó con su extinción.

En primera instancia, el PAN parece ser el partido mejor librado luego de la refriega, ya que, su distanciamiento ideológico de Morena y, el hecho de encabezar las dos candidaturas más importantes (presidencial y la gubernatura de la CDMX), lo colocan como el partido de referencia para el 27% de los mexicanos que no se identifican con el proyecto de la Cuarta Transformación, de los cuales, el partido blanquiazul obtuvo casi 10 millones de votos, o sea el 16%, lo cual puede parecer bastante según el cristal con que se mire, sin embargo, si lo comparamos con la votación obtenida en 2018, el PAN prácticamente no avanzó ni un sólo recuadro, ya que, obtuvieron prácticamente la misma cantidad de votos, sin contar que, en esa ocasión el PAN logró colocar en la Cámara de Diputados 81 parlamentarios, mientras que en esta ocasión se prevén menos de 70. Asimismo, un tema a resaltar son las rencillas internas en el partido, las cuales, han salido a relucir pasadas las elecciones en las que, la dirigencia actual del partido ha sido objeto de reproches y reclamos de parte de, ni más ni menos, que de la ex candidata presidencial Xóchitl Gálvez y de su equipo, asimismo, de liderazgos como el de Damián Zepeda quien propone “Renovarse o Morir” y, un grupo de ex gobernadores quienes en conjunto acusan a la dirigencia actual de convertir al partido en un coto de poder para “padroneros”, los cuales, por medio del control del padrón del partido han aprendido a “ganar perdiendo” por medio de las plurinominales, prerrogativas, regidurías, entre muchas otras prebendas que trae consigo ser parte de la cúpula de un partido que, si bien no gana elecciones, cuenta con la suficiente cantidad de votos como para hacerse de parte del botín, por lo cual, la actual dirigencia planea perpetuarse en el poder por medio de la persona de Jorge Romero. Habremos de ver si el panismo termina por doblarse y convertirse en un partido de padrones y plurinominales o, por el bien del país se convierten en una verdadera oposición como lo fueron en su momento.

Por su parte, el PRI, parece enfilarse a una dicotomía similar, ya que, si bien es cierto que durante muchos años se ha presagiado el fin del partido tricolor, la verdad es que, se debe reconocer la capacidad de dicho partido para reinventarse y colocarse nuevamente en el poder. Empero, la situación actual, sin duda, es la más crítica en la historia de dicho partido ya que, el eufemismo del “voto duro” que presumían terminó por derrumbarse el pasado 2 de junio, pasando a estar en niveles de votación similares a los de Movimiento Ciudadano y el Partido Verde, por lo cual, la promesa de una reinvención incluyendo el cambio de nombre y de colores, promete, sin embargo, de poco servirá si las prácticas de acaparamiento de posiciones sigue dentro del otrora partido hegemónico mexicano.

Por último, quien parece cuenta con la oportunidad (ahora sí) de convertirse en una verdadera opción de oposición es Movimiento Ciudadano ya que, a pesar de sus problemas internos entre los bloques Nuevo León y Jalisco, el partido naranja fue el que más creció en términos de votación a nivel federal colocándose por encima del PRI, lo cual, significa para ellos la hora de dar el paso de ser un partido de redes sociales para convertirse en un partido con bases sociales lo suficientemente sólidas como para competir por el poder y no hacer campaña cada tres años presumiendo ser, supuestamente, el segundo lugar.

A los partidos de oposición les llegó la hora de renovarse, sobre todo, si la conocida como “Marea Rosa” se consolida como partido político, lo cual, acortará aún más a ese 30% de mexicanos que no se identifican con el bloque oficial encabezado por Morena, por lo cual, cambiar el rumbo y conquistar corazones “morenizados” será tarea crucial para la salud del sistema político mexicano, el cual, desde hace algunos años está ávido de una verdadera oposición que genere contrapesos.