Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón

Durante los últimos años en la política mexicana ha comenzado a surgir el término “sociedad civil” para referirse a una tendencia que, si bien, no es nueva, si se ha utilizado de manera reciente para hablar de la inclusión en la política de un sector de la población que, por lo regular se encuentra apartado de las decisiones públicas.

Comencemos por entender que es la tan afamada, pero poco entendida, “sociedad civil”, según el filósofo alemán del siglo XIX Friedrich Hegel, el Estado se podía dividir en dos partes, por un lado la esfera de lo político y, por otra, la esfera de lo civil, es decir, mientras que la esfera política está comprendida por todos y cada uno de aquellos que ejercen el poder, entiéndase a estos por gobernantes, opositores, jueces, legisladores, entre muchos otros, mejor conocidos como “círculo rojo”, por parte la esfera de los civiles, se pueden encontrar a los “gobernados”, en otras palabras, empresarios, académicos, deportistas, comerciantes, entre otros.

La reciente efervescencia por lo “civil”, también entendido muchas veces como incluir a “ciudadanos” en la política, no es reciente, ya que, en México se cuenta con ejemplos a lo largo y ancho de la historia reciente en la que, personas ajenas al ámbito político han tenido su incursión en la toma de decisiones como los conocidos “científicos” en la época del porfiriato, quienes eran expertos y profesionistas en sus ámbitos y fueron incluidos en el poder por parte de Porfirio Diaz, asimismo, ejemplos como los de Manuel Clouthier por parte del partido Acción Nacional en las elecciones a la gubernatura de Sinaloa en 1986 y posteriormente a la presidencial en 1988, quien venía de ser un empresario del ramo agrícola; Vicente Fox, quien había fungido como un alto ejecutivo de la empresa Coca-Cola para posteriormente dar el paso a la política; la activista en temas de secuestro y violencia, Isabel Miranda de Wallace; Ana Gabriela Guevara y Juan Manuel Marquez quienes, después de ser deportistas reconocidos a nivel nacional brincaron a la participación política como legisladores por parte del Partido del Trabajo y el PRI, respectivamente.

Sin embargo, es a partir del ascenso de las redes sociales y, el notable desgaste de la clase política tradicional que, a nivel mundial comenzó la búsqueda de perfiles “atípicos”, no relacionados directamente con la política para hacerse cargo, justamente de la política, es por lo que, en países como España, el surgimiento durante la década pasada del partido político “Ciudadanos” con llamativos en color naranja, buscaba incluir a jóvenes y “sociedad civil” en la arenga pública por medio de causas sociales, ¿donde he escuchado eso?, lo cual terminó por no consolidarse como estaba pensando.

Es debido a lo anterior que, en nuestro país las distintas fuerzas políticas en disputa por la renovación presidencial de junio próximo han optado por voltear sus miras en la selección de candidatos provenientes de la sociedad civil en búsqueda de limpiar su imagen y mostrar una cara más fresca ante electorados que están cansados de ver a los mismos de siempre.

De los resultados y consecuencias de elegir a ciudadanos que no tienen la experiencia ni preparación para hacerse cargo del uso del poder, juzguelo usted mismo, lo que es un hecho es que, no por tener experiencia política se es corrupto y, no por venir de la supuesta “sociedad civil” se es honesto. El reto para los ciudadanos será observar con lupa la trayectoria, propuestas y desempeño de sus candidatos y no irse con la “finta” de quienes se visten de civiles para hacer en el poder lo que criticaron.

borbonmanuel@gmail.com