La historia de la Tribu Yaqui está repleta de anécdotas por contar referentes a la valentía y bravura de sus miembros, mismos que han sido reconocido por no ser sometidos ante el yugo de las armas que portaban los conquistadores militares venidos de España y llegado a tierras del norte para ser conquistadas, fue en ese momento que surgieron un sinfín de luchas y batallas para prevalecer con sus usos y costumbres. No fue hasta que, una agrupación de valientes jesuitas se dieron a la tarea de evangelizar y “conquistar” por medio de la cruz y no de la espada, a este pueblo que se había mantenido sublevado y en contra de la colonización de los que ellos llamaron como “Yoris” a quienes atacaron ferozmente en innumerables ocasiones llegando al grado de acabar con comunidades enteras como la de Baroyeca, antiguo pueblo minero que sucumbió debido a los constantes ataques de parte de la etnia. Posteriormente, los Yaquis no dejaron de mantener conflictos con las autoridades mexicanas, llegando a su máxime en la época del Porfiriato donde sufrieron un gran número de bajas al ser desplazados a las plantas de henequen en Yucatan y Quintana Roo, para así buscar menguar la fuerza militar y anímica de la tribu.

Es por lo que, ya entrados en la primera mitad del siglo XX, presidentes como Lazaro Cardenas, con una visión política influenciada por las tendencias socialistas de la época, decidió evocar y resarcir los agravios cometidos en contra la tribu dotándolos de grandes cantidades de tierra y apoyos económicos para su superación. Misma tendencia que siguió el presidente Luis Echeverria, quien a lo largo de su sexenio buscó exacerbar el folklor mexicano por medio de su cultura y naciones indígenas por lo cual, su respaldo a etnias como la Yaqui se desbordaron en apoyos económicos y proyectos productivos que nunca terminaron por consolidarse; dentro de los que destacan ejemplos como el de una supuesta inversión para la generación de una planta de producción lechera, la que a la vuelta de los meses terminó reducida a un rico Wakabaki.

Hoy en día hemos visto como el actual gobierno se ha desvivido en apoyos económicos a las comunidades yaquis con el afamado Plan de Justicia Yaqui, el cual incluye proyectos como la construcción de un nuevo acueducto de la Presa del Oviachic con una longitud de 166 kilómetros con la capacidad para regar 40 mil hectáreas, construcción de un nuevo Distrito de Riego, así como también, hospitales, plantas potabilizadores y muchas más; alcanzando cifras estratosféricas que rondan los 12 mil millones de pesos de inversión, muy lejanos a los 100 millones que se asignaron a Ciudad Obregón en el Presupuesto de Egresos 2023.

Como bien dice el afamado dicho “la historias se repite para aquellos que se niegan aprender del pasado”, y tal parece que no hemos aprendido de los errores ya que, como bien sabemos millones de pesos se han invertido en las comunidades indígenas yaquis y simple y sencillamente el progreso no llega, desafortunadamente hemos visto como un puñado de miembros, a quienes se les caracteriza por su gusto al vicio y al poco trabajo, han hecho de las prebendas gubernamentales un modus vivendi, enriqueciéndose a costillas de los impuestos de miles de ciudadanos cajemenses que trabajan de sol a sol para que unos cuantos se beneficien de ello. Sin embargo, no se debe generalizar, la tropa Yaqui es orgullo de nuestra entidad, es a los Yaquis buenos a quienes deberían de apoyarse con medida y con justicia, tal como se hace con la sociedad civil. Hace falta en estos tiempos mujeres y hombres a la altura de José María Leyva “Cajeme” y Juan Maldonado “Tetabiate”, quienes estuvieron a la altura de sus tiempos y no dejaron pisotear la dignidad de su tribu.

“Antes como antes, y ahora como ahora”. – Jose María Leyva “Cajeme”

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