Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón

Recientemente el tema de los libros de texto ha provocado ámpula en gran parte de la población quienes, al escuchar los distintos contenidos en dichos libros que, serán entregados a todos los niños del país en escolaridad básica, han decidido alzar la voz en búsqueda de que se revisen y en caso de dar a lugar se modifiquen sus contenidos.

Empero, comencemos por partes, la polémica de los libros de texto no es algo nuevo, más bien, dicho tema comenzó a tomar revuelo al darse a conocer los perfiles que encabezaron los esfuerzos por definir el contenido, ya que, el director de materiales educativos de la Secretaría de Educación Pública, Marx Arriaga, ha sido señalado en distintas ocasiones por su filiación comunista, llegando al grado de expresar que: “leer por placer es un acto de consumo capitalista”, pero no solo eso, sino que además, puso al frente de la responsabilidad de redactar los nuevos libros de texto al venezolano, ex funcionario del gobierno de Nicolás Maduro, Sandy Loaiza, donde se desempeñó como director de la Biblioteca Nacional de Venezuela y del Sistema Nacional de Bibliotecas del país latinoamericano.

Posteriormente, la creación de dichos libros de texto, conforme lo indica la ley, debieron haber sido consultados y socializados ampliamente con maestros y padres de familia, ya que, si bien es cierto que algunos maestros a nivel nacional fueron consultados en las primeras etapas, la edición final y sus resultados fueron realizados a puerta cerrada y en lo oscurito, sin que sus resultados fueran publicados en el Diario Oficial de la Federación previo a su impresión. Debido a lo anterior, diversas organizaciones de docentes y padres de familias como la Unión Nacional de Padres de familia han emprendido una batalla legal en contra de la distribución de dichos libros sin su previa revisión.

Entre algunos de los errores e imprecisiones más relevantes que se han descubierto hasta el momento se encuentran los siguientes: la confusión entre un triángulo isósceles con uno escaleno, diversos errores ortográficos y gramaticales, suprimir las matemáticas a tan solo 24 páginas en primero de primaria en comparación con las más de 200 del libro anterior, equivocar la posición en el mapa geográfico de los estados de Querétaro y Guanajuato y, como lo comentó la física y astrónoma de la UNAM, Julieta Fierro, errores en la distribución de los planetas ya que, según el libro de texto los planetas de Marte y Júpiter están más cerca del Sol que la Tierra y, Saturno y Urano comparten la misma órbita. Lo anterior sin mencionar los distintos tintes ideológicos y dogmáticos que incluye el libro tendientes al resentimiento y encono social.

Más allá de si podemos estar de acuerdo, o no, con un partido político y sus decisiones, el hecho de imponer en la educación básica ideas políticas de manera obligatoria en todo el país, no solo significa un retroceso de casi cien años, cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas quiso imponer la educación universitaria socialista, sino más bien, esta decisión atenta contra lo más valioso que tiene nuestro país, que es el futuro y las oportunidades que tienen millones de niñas y niños que con esperanza y anhelo a una mejor vida acuden a la escuela a tomar educación junto con el esfuerzo de sus padres.

Lo anterior, recuerda la famosa historia contada en pleno dominio del comunismo soviético: en un examen preguntan a un niño, ¿Quién es Stalin?, y el niño contesta de manera obligada: “Stalin es mi padre”. ¿Y quién es tu madre?, “mi madre es el Estado”, responde el alumno, ¿Qué quieres ser de mayor?, y en lugar de contestar conforme a lo aprendido en el salón de clases, el niño responde, ¡Quiero ser huérfano!

Ante dicho acto, un par de estados de la república han decidido dar valientemente un paso adelante, hablamos de Guanajuato y Chihuahua, quienes acatando una resolución judicial han detenido la distribución de dichos libros, veremos quienes les siguen el paso.

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