Alegorías
Por Jesús Huerta Suárez

Los resentidos son una vieja y amplia tribu que habita en todo nuestro qué herido México, solo que han vuelto a ocupar los titulares y las redes sociales gracias a que uno de ellos llegó a la presidencia. De hecho, el rascar hábilmente las viejas heridas de este sector de la población, fue en gran parte lo que le ayudó a llegar al poder.


Los resentidos, por lo general, son muy ignorantes, de ahí que no logren salir de ese hoyo negro en el que se encuentran. En gran parte su ignorancia es su responsabilidad y así, generación tras generación, le van inculcando este sentimiento a sus descendientes.


Los resentidos son mediocres, y creen que lo que muchos tienen se debe a que los anteriores gobiernos se los regalaron o a alguien se lo robaron; para ellos el trabajar duro, superarse, ahorrar, aprender y respetar no está en su diccionario. A ellos los mueve la envidia, el coraje y es su misma pereza la que poco a poco los va hundiendo en sus miedos y adicciones.


Los resentidos viven para el fin de semana. No tiene para comprar un libro o para pagarse un curso, pero sí para armar una carnita asada con los cuates. Si brillas en el trabajo, a ellos les molesta y harán lo que puedan para sabotearte. Ellos te quieren en la lona…como ellos lo están.


Para los resentidos no ser de piel morena es hacer trampa. Es ser fifí, como diría su mesías macuspano, quien diariamente atiza la hoguera de la división; lo mismo que ir a la universidad, hacerte de bienes, estudiar un postgrado, viajar o saber otro idioma. Ellos siempre creen que les quieres hacer daño, por lo que se esconden bajo la coraza del odio.


Los resentidos creen, ingenuamente, en que será alguien el que los sacará de su gris laberinto; creen en que llegará un gobernante que los salvará de su miseria y les permitirá ser como los que tanto aborrecen por ser diferentes.


Los resentidos han encontrado en el odio una forma de ser tomados en cuenta; para ellos no importa la patria, la ciudad, la casa o el vecino. Ellos viven se acuerdo a su traumas y necedades.


Los resentidos intelectuales han hecho del socialismo su bandera, con la que creen que por querer el bien para todos los hace buenas personas, que eso ya es suficiente, pero viven cómodamente en el capitalismo esperando que el gobierno les dé un hueso con mucha carne. Quieren pero no hacen nada para lograrlo más que señalar a quien no piensa como ellos.


Ellos siempre tienen hambre y, aunque no tengan, devoran; son los mismos que se llevan el centro de mesa y hacen rapiña cuando un transporte de carga se voltea, sin siquiera voltear a ver si hay heridos…


Los resentidos son muchos y votan, de ahí que la democracia no sea una panacea.


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