Columna: Visión Juvenil

Por: Manuel Borbón

En la historia de la humanidad, diversos cambios que a la postre se convirtieron en revoluciones sistematizadas, han ido moldeando el curso del progreso y la capacidad que tenemos como sociedad para seguir avanzando en el tiempo y satisfacer las necesidades básicas y, recientemente, no tan básicas del ser humano.

Hablamos de cambios sustanciales que significaron un antes y un después en la historia del ser humano y la forma en que este se desempeñaba, tales como: la primera Revolución Agrícola hace más de 10 mil años, la Revolución Científica en el siglo XVI, la Revolución Industrial en el siglo XVIII, la Revolución Verde en el siglo pasado y, recientemente la Revolución Digital.

Todas estas transformaciones no se quedaron solamente en el ámbito de su competencia, sino que más bien, fueron parte de cambios sustanciales en temas que llegaron más allá de su materia, ya que, en cada uno de estos procesos se vivieron cambios sociales, económicos, políticos, entre otros, lo que provocó una nueva forma de vivir y, lo más importante, la adaptación del ser humano a los nuevos tiempos.

En fechas recientes, hemos visto cómo el aumento en la población mundial, el cambio climático, la contaminación del ambiente, la llegada de nuevas enfermedades, entre muchos otros retos que nos depara el destino, han puesto nuevamente al ser humano frente a la problemática ligada a una de las necesidades más profundas de la persona: el alimento.

Simplemente, en nuestra región, problemas como la incapacidad de competir en un mercado globalizado, la sequía, plagas como la del gusano barrenador, así como problemáticas políticas, entre otras, han puesto al sector agrícola y ganadero en serios aprietos, que literalmente los colocan en la situación de “renovarse o morir”, o, mejor dicho, adaptarse a los nuevos tiempos o perecer. Lo anterior, no es cosa menor, debido a que, no estamos hablando de cualquier rubro económico que, en cualquier caso se podría suplantar por otro, estamos hablando de quienes desde su labor alimentan a miles de personas en todo el mundo por lo que no contar con agricultores o ganaderos, es no tener comida en la mesa de los hogares, con consecuencias inimaginables.

Fue justamente en nuestra región donde Norman Borlaug, acuñó lo que se conoce como la Revolución Verde, un hito en la historia de los alimentos, llegando al grado de ganar el Premio Nobel de la Paz en 1970 por su contribución al combate a la hambruna.

Por lo tanto, el sector agrícola y ganadero sonorense se enfrenta a un reto difícil de sortear, pero, sobre todo, debe ser visto como una oportunidad de renovarse, adaptarse y sobresalir en condiciones adversas tal como lo hicieron quienes forjaron nuestro estado en condiciones adversas. Para esto, las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial, entre otras, habrán de jugar un rol fundamental en la búsqueda de una nueva Revolución Alimentaria que busque hacer más con menos en el que, tanto las personas puedan tener comida de calidad en sus mesas, como quienes se dedican a esta loable labor puedan satisfacer sus necesidades económicas, las cuales les permitan seguir dedicándose al rubro primario del alimento.

borbonmanuel@gmail.com