En una región eminentemente agrícola como lo es la zona que comprende el Valle del Yaqui, los cambios y transformaciones derivados de problemáticas medio ambientales y referentes a la globalización y la tecnificación que esto conlleva, han puesto en serios aprietos la sostenibilidad de dicha actividad y por ende a comunidades enteras que conforme el paso de los años se han vuelto dependientes de los resultados que las cosechas nos brindan.
Durante los últimos años hemos visto como la agricultura en nuestra región ha dejado de ser para muchos aquel prolífico negocio que les brindaba prosperidad y certidumbre económica a comunidades completas ya que, como versa el afamado corrido, en ciudades como Cajeme, hasta el más chico gastaba su tostón, en referencia a la bonanza económica que se vivió fruto de los buenos ciclos agrícolas en la segunda mitad del siglo XX, dando pie a la detonación población de un municipio que, según sus nuevos habitantes estaba destinado a convertirse en la capital de la entidad. Tal fue el “boom” económico en la región que poco a poco comenzaron a verse avances sumamente llamativos, tales como la creación de la presa Alvaro Obregón, instalación de la Unidad Médica de Altas Especialidades, fundación del ITSON, entre muchas otras oportunidades para la entonces población joven del país quienes buscando un lugar donde establecerse, el municipio de Cajeme les ofrecía un sinfín de oportunidades para satisfacer sus necesidades.
Sin embargo, las problemáticas climáticas y económicas han puesto contra la espada y la pared a prácticamente una comunidad completa en el que, las actividades relacionadas con la agricultura y su respectiva derrama económica se enfrentan nuevamente a un reto que nos hace replantear las decisiones tomadas y sobre todo, el rumbo que debe de llevar un municipio con casi medio millón de habitantes. Durante los últimos días hemos visto como diversas asociaciones y agrupaciones agrícolas han hecho un cohibido señalamiento -muy lejano a lo que nos tenían acostumbrados en la lucha del “Novillo”- a las autoridades con la finalidad de otorgarles mejores condiciones laborales e incentivos económicos en los afamados precios de garantía, con el objetivo de alcanzar los valores rentables de dicha actividad y permitir así continuar satisfactoriamente con la balanza de alimentos disponibles en el mercado, requiriendo la compensación de 8 mil pesos por hectárea de trigo.
Evidentemente, se habla de montos que en apariencia pudiesen parecer sumamente amplios, llegando a mencionar una gestión extraordinaria de 3 mil millones de pesos, aunado al cumplimiento de promesas anteriores de fertilizantes y apoyos en implementos. Empero, recientemente hemos visto cómo las autoridades actuales bajo el modelo de la llamada cuarta transformación han realizado un trabajo político para tener más tiempo a su favor, o mejor dicho, han decidido “patear el bote” en búsqueda de mantener a los productores locales en la sumisión ya que, como la presidenta del partido en el poder, Morena, mencionó recientemente en un foro de líderes sociales y comunicadores locales, no es que tengan nada personal en contra de los agricultores, sin embargo, como dice el presidente López Obrador, primero los pobres por lo que, la prioridad en este momento no se encuentra en los hombres y mujeres del campo sino en los programas de asistencia social. De igual forma, al momento en que este debate comienza a ser el pan de cada día en las mesas de café, el gobierno federal presume en sus redes oficiales el monto cercano a los 12 mil millones de pesos que se han invertido en el Plan de Justicia Yaqui, el cual se ha convertido en un botín electoral para muchos que buscan ideologizar la política con resultados sumamente cuestionables.
Esperemos que esta problemática se resuelva por el bien de todos los habitantes de la región, es el momento que, las autoridades brinden certidumbre de una vez por todas, pero como todo, también en la política las soluciones son cuestión de prioridades.
“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” – Winston Churchill
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