Corrían las primeras décadas del siglo XX cuando en los márgenes del sur del estado de Sonora se tomó la decisión de fundar lo que sería uno de los municipios con mayor desarrollo no solo en la entidad, sino del norte de la república mexicana, derivado en gran medida por su potencial agrícola, de igual manera, de la visión empresarial de sus habitantes, desde luego hablamos del municipio de Cajeme fundado un 29 de noviembre de 1927 donde originalmente se encontraban asentamientos indígenas de la etnia Yaqui, así como también, desde 1907 la estación ferroviaria de la empresa Sud acífico.

Han pasado 96 años desde aquel momento, lo que coloca a Cajeme en una posición estratégica para hacer una pausa en el camino e identificar puntualmente su recorrido para hacer un corte de caja en el que se ponderen la mayor cantidad de indicadores posibles y por ende tener una visión clara de donde se encuentra parado el segundo municipio más importante del estado de Sonora, pero sobre todo, hacia dónde se dirigen la vida de los casi medio millón de personas que le habitan.

Sin duda alguna, en este centenar de años de vida del municipio otrora conocido como “Granero de México”, el contexto actual parece significar la etapa más controversial y compleja de su existencia, ya que, si bien es cierto que la historia de Cajeme ha estado marcada por los vaivenes sociales y políticos, en la actualidad se respiran aires de desesperanza y dolor entre sus habitantes lo cual, a diferencia del pasado donde el orgullo y la valentía caracterizaban a los cajemenses, hoy nos colocan en desventaja para enfrentar las problemáticas que van desde la terrible ola de violencia enquistada en el municipio, hasta dificultades como baches, drenajes colapsados, entre muchas otras, donde surgen de manera silenciosa pero evidente, problemas mucho más profundos como la pérdida generalizada de valores, extravío del sentido de la familia, y la desaparición del tejido social.

En unos cuantos años Cajeme estará viviendo sus festejos de aniversario por lo cual, es importante no perder la brújula de lo que es realmente importante, es necesario que una nueva generación de mujeres y hombres jóvenes tomen el timón para dar un golpe de autoridad a la mesa en los diferentes ámbitos del municipio para volver a retomar el rumbo de la prosperidad y las oportunidades para todos, por lo cual era reconocido Cajeme a nivel nacional, siendo este hogar durante las década de los años setenta y ochenta de innumerables migraciones de familias que veían con buenos ojos las oportunidades y bondades que ofrecían tierras yaquis. Hoy en día duele darse cuenta como poco a poco se ha perdido la batalla de la competencia que se sostenía con ciudades aledañas como Mochis, donde se mantenía una sana competencia en búsqueda de la atracción de prosperidad, ahora la competencia es entre ciudades que anteriormente se consideraban de menor calado económicamente hablando como Guaymas y Navojoa, ciudades que paulatinamente han recobrado terreno poniéndose a la par de nuestro municipio.

A Cajeme le llegó el momento de que, tal como lo hicieran en su momento hombres del calado de Jose María Leyva “Cajeme”, Juan Maldonado “Tetabiate”, Alfonso R. Bours, Norman Borlaug, Adalberto Rosas, entre muchos otros, quienes fueron hombres de su tiempo que tuvieron la valentía y el arrojo suficiente para adentrarse de lleno en la búsqueda de transformaciones profundas que significaron nuevos tiempos para el municipio de Cajeme, llegue una nueva generación de personas con dicha vehemencia y visión para cambiar de manera positiva la vida de sus coterráneos. Los 100 años pudiesen ser el punto de inflexión que nos coloque de nuevo en el mapa.

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