Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón

Mucho se habla en los mentideros políticos, así como también, en los medios de comunicación, del afamado “voto joven”, el cual, si bien es cierto, es pretendido por todos, pocos son los que en verdad ahondan en la profundidad de su mensaje y sus acciones en la búsqueda de conquistar el más difícil, pero a su vez, el más amplio de los votos.

Hablando en números, los jóvenes en México representan el 30% de la población, es decir, el segmento poblacional más amplio, del cual, se desprenden un sinfín de oportunidades no solo políticas, sino también, sociales, económicas y de progreso para cualquier país. Es por lo anterior que, recientemente los partidos políticos en México han decidido cautivar a este difícil segmento por medio de un sinnúmero de estrategias, en su mayoría vacías e infructuosas.

De igual forma, creer que este 30% de personas jóvenes en México funcionan como una mezcla homogénea en la que, un barril de cerveza y una carne asada bastan para contar con su apoyo, es algo más que erróneo, lo cual, en el plano político electoral se puede encontrar con el ejemplo de los comicios de 2018, donde el abanderado de la coalición de los partidos PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, Ricardo Anaya, parecía encontrarse muy ligado a propuestas juveniles, sin embargo, a la hora de los resultados, en su mayoría el voto joven se dividió en dos partes, la primera para el candidato del frente, Ricardo Anaya, y la segunda, mucho más amplia para el candidato del partido emergente Morena, el cual, por medio de una retórica sencilla y propuestas concretas logró cautivar al voto juvenil.

En la actualidad, la irrupción del aspirante norteño, Samuel García, cimbró al sistema político electoral actual, ya que, con una campaña disruptiva y mucho más fresca que la de sus competidoras, generaba un contraste que se convirtió en una verdadera revolución a través de las redes sociales, generando una penetración de su mensaje, lo cual, si bien podría decirse tarea fácil, no lo habían logrado ninguna de las aspirantes que continúan en la batalla.

Para cautivar el voto juvenil es necesario, algo más que frases trilladas como: “los jóvenes no son el futuro, son el presente”, o como las propuestas grises de siempre: “internet gratuito para todos”, para emocionar a los jóvenes es necesario que, quienes aspiran al poder, comprendan en el fondo el sentir del joven, quienes en su gran mayoría detestan las formas tradicionales en las que se ha venido haciendo la política en nuestro país, para a su vez dar paso a campañas políticas mucho más allegadas a la esencia del joven.

Debido a lo anterior, hemos visto cómo a través del mundo diversos liderazgos disruptivos, muy lejanos a lo que estaríamos acostumbrados a ver en un político tradicional, han comenzado a ascender al poder en tomas de decisiones tan importantes como la presidencia de países como Argentina, donde recientemente Javier Milei, un político despeinado y con apariencia de poco aseo, desterró a toda una hegemonía de políticos en dicho país, asimismo, el “rockstar” de Centro América, Nayib Bukele, presidente de Nicaragua, quien con modos sumamente diferentes ha implementado políticas públicas efectivas en su país.

Quien entienda que a los jóvenes no basta con hablarles lo bonito, sino más bien, dejar lo tradicional a un lado y convertirse en líderes emergentes con su propia esencia, sin duda, tendrá de su lado el handicap que significa este segmento juvenil a la hora de las elecciones.

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