Alegorías
Por Jesús Huerta Suárez
Don Pedro, un buen amigo, además de vecino, a quien, siempre que puedo le consulto algo que me interese, con tal de escuchar cómo se explaya sin empacho alguno, y es que sé que, para él, es un gozo hablar y hablar del tema que sea, pero siempre tiene mucho que decir y, para mí, el escuchar, se ha reconvertido en un excelente medio para aprender, pero, sobre todo, para ejercitar la paciencia; ese noble valor que, ha, cómo me hace falta.
Ayer en la tarde, se me ocurrió preguntarle que si para qué servía leer libros, ir a la escuela, estudiar, reflexionar y efectuar cualquier tipo de actividades que son consideradas imprescindibles para desarrollar la inteligencia, como muchos dicen.
Antes de contestar cualquier cosa, don Pedro, se me quedó viendo de arriba a abajo, denotando en su mirada un cierto asombro…
— ¿Cómo puedes ser tan ingenuo como para poner en tela de juicio la educación?—dijo cortante—, mientras tomaba asiento en su vieja poltrona…
“Mira, tú puedes darte cuenta de que tanta tontería que flota en el ambiente como el odio, la violencia, la falta de respeto, el dolor de sentirse perdidos y sin esperanza, el no ser buen ciudadano, el maltrato a la naturaleza, la contaminación y demás problemas que nos aquejan, son el resultado de las acciones de personas que rondan por este mundo sin saber qué se requiere siempre estar aprendiendo, siempre estar aprendiendo; cultivándonos para saber cómo enfrentar y resolver los desafíos que la vida nos presenta cada día, a cada cual y no morir en el intento…
A cada quien la vida diaria nos pone un sinnúmero de obstáculos que tenemos que ir sorteando, y es en esos precisos momentos en los que uno debe de echar mano del cúmulo de información y conocimiento que hemos ido obteniendo durante nuestra vida. Pero, por lo general, nosotros, nuestros padres, y nuestros maestros, pasamos la vida con la mente dispersa y dándole gusto a los eternos deseos que, instintivamente, la ignorancia y la debilidad del cuerpo, nos ponen enfrente y que nos alejan de ser más humanos y poder subsistir anímica y hábilmente en este mundo, y, lo que es mejor, hacerlo en completa armonía con los demás…
El problema está en que cada persona va a su propio ritmo, si es que lleva un ritmo, desarrollándose de acuerdo a lo que le toca vivir, y si nos toca vivir entre gente ignorante, nos será más difícil descubrir todas esas herramientas con que la misma vida nos dotó. Pero, lo más importante es saber y hacerle saber a los demás que sí es posible lograr, al menos en nuestro interior, un mundo mejor y más justo”.
Eran tantas las palabras que don Pedro decía, que comencé a sentir ansiedad.
“…Y deja te digo, ya por último, que el gran reto de quienes quieran ser los líderes de este mundo y de sus vidas, será el encontrar mediante el estudio y la ciencia, el denominador común mental, espiritual y físico de tanta gente como se pueda, para abrirles el camino hacia el descubrimiento del famoso hilo negro, que todo lo puede”
Ah, —le dije, — ¿de ahí viene el término del “hilo negro”?
Él, solo sonrío, y cambiamos de tema.
“¿No me conoces? Yo soy el tipo de al lado, ese que se te hace fácil ignorar… ¿será por eso que estoy molesto? Huey Lewis And The News.
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