Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón

Al momento en que se escriben estas letras miles de ciudadanos a lo largo y ancho del país se manifiestan en las principales plazas de México en búsqueda de visibilizar una lucha más en contra de las propuestas y decisiones tomadas por el actual gobierno de la Cuarta Transformación, el cual ha tomado decisiones controversiales como la hoy referida, caracterizadas por ser radicales en su operatividad.

Comencemos por partes, el estilo personal de gobernar de López Obrador, como se comentó, se ha caracterizado por la rijosidad, es decir, muy al estilo de los líderes populares de los últimos años, el encono y la confrontación, se han convertido en el pan de cada día, con la finalidad de obtener resultados favorables para sus proyectos a la hora de las negociaciones. Lo vimos con Trump en Estados Unidos, quien de una manera desafiante y poco cortés, se refería a cuanta persona se le interpusiera en sus decisiones, sean estos mexicanos, musulmanes, compañeros de partido u opositores. Mismo camino que siguieron; Bolsonaro en Brasil; Evo Morales en Bolivia y, ahora; López Obrador ya que, desde el comienzo de su gobierno ha pintado una clara y diáfana división en contra de quienes considera sus opositores, es decir, miembros de la iglesia catolica, miembros del INE, del INAI, de la oposición, intelectuales, clases medias, medios de comunicación, y en su más reciente riña, con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de donde pretende quitar de un plumazo 15 mil millones de pesos en recursos aduciendo a supuestos gastos superfluos y lujos.

La iniciativa de reforma a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, busca entre otras cosas, minar el poder que representa por sí solo la sala mayor de justicia en nuestro país, la cual, funciona como un equilibrio del poder en nuestro país, pero no solo eso, sino que además, lleva consigo la responsabilidad de mantener la estabilidad y orden jurídico en una nación, por lo que, disminuir su poder representaría regresar en el tiempo más de un siglo, donde las decisiones del país tenían un carácter eminentemente político con una concentración del poder en una sola persona, es decir, en quien ocupe el cargo de presidente de la república con consecuencias sumamente conocidas en la historia nacional.

Más allá del alegato sobre el contenido de la reforma, la cual, debería ser abierta a debate y ajustar el cinturón de los gastos de cualquier instancia pública como lo es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el debate propuesto en la actualidad, pareciera tener más bien una tonalidad política y, pero aún, de carácter electoral, ya que, la iniciativa llega a pocos días de que inicien formalmente las precampañas federales, por lo cual, cualquier decisión de tal calado, indistintamente se tiñe de carácter político, por lo tanto, una reforma que debería ser vista con ojos serios y profesionales en búsqueda de un eficiente uso del recurso, se convirtió en poco tiempo en un discurso de campaña para tirios y troyanos, ya que, mientras unos lo utilizan para conseguir adeptos por medio del resentimiento social, otros lo utilizan para echarse a la bolsa a los afectados.

El Poder Judicial ha iniciado hoy un camino nunca antes recorrido en la historia reciente de nuestro país, una confrontación frontal en contra de por lo menos uno de los dos poderes restantes en nuestro país, en las semanas próximas veremos de qué están hecho sus miembros, pero, sobre todo, si la sociedad mexicana identifica esta causa como propia lo que, en términos políticos terminarían por poner en serios aprietos al gobierno en turno.

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