A estas alturas del partido ya no sabemos si fue bueno o malo, el hecho de que con aplausos y loas hayan recibido a los miembros del Cartel de Sinaloa que el pasado fin de semana llegaron en convoy a una comunidad de Chiapas -en la frontera con Guatemala-, la cual también sufre por la inseguridad pública.
La delincuencia que se ha desatado en México, ha provocado situaciones que antes no imaginábamos. Como es el hecho de que la gente le tenga mucho miedo a un cartel y a cualquier policía; pero al mismo tiempo simpatice con otro grupo delictivo.
Aunque lo interesante aquí, debo precisar, es que la ciudadanía apoye abiertamente a ciertos grupos delincuenciales organizados y rechace a las corporaciones «encargadas» de velar por nuestra seguridad.
Esto por las constantes malas acciones u omisiones de parte de quienes deberían de cuidarnos; ya que esa, es su obligación.
Cierto que en algunas poblaciones pequeñas del país, los ciudadanos y los narcos simpatizan desde hace muchos años, al grado de que los poderosos ejercen su control poniendo y quitando a las autoridades locales.
Esto con el propósito de:
1) Que no les calienten la plaza
2) Evitar que lleguen otras organizaciones que les hagan competencia y
3) Alertar el arribo de las fuerzas federales (dígase Marina, Ejército Mexicano y ahora la Guardia Nacional).
Lo preocupante en Chiapas, aparte de las reyertas que se podrían dar entre los grupos criminales y/o las fuerzas armadas, es la nula prevención de los encargados de poner orden; ya que ni la Marina, ni el Ejército, ni la Guardia Nacional y mucho menos las policías municipales habían sacado la cabeza.
Aunque el lunes que llegaron al lugar cientos de elementos militares, la misma población los rechazó lanzando consignas y mostrando su malestar.
Debemos recordar que tampoco las autoridades civiles de ningún nivel habían dicho nada al respecto.
A excepción del presidente Andrés Manuel López Obrador, claro, quien justificó la bienvenida que le dieron los chiapanecos al Cartel de Sinaloa, diciendo el Mandatario que habían sido amenazados o que recibieron despensas.
Sin pretenderle darle crédito o desaprobar las versiones de AMLO, lo mejor para saber la verdad sería escuchar lo que dicen los ciudadanos que salieron a la carretera a manifestarse.
Y para cerrar el tema, debemos admitir que pese a la captura de cualquier pez gordo, en cualquier parte del mundo, la delincuencia organizada seguirá vigente porque al faltar la cabeza, siempre está -y estará- otra esperando su turno.
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Uno de los motivos para que tantas personas hayan cruzado la línea de ciudadano común a miembro activo de la delincuencia, ha sido la falta de oportunidades de empleo y superación.
Los programas sociales que se aplicaban en pequeñas acciones desde hace muchos años con el ex presidente Lázaro Cárdenas (de allí el apodo de «Tata Lázaro) y que después oficializó Luis Donaldo Colosio con la creación de la Sedesol en el sexenio de Carlos Salinas, se expandieron cuando en Chihuahua se creó la primera dependencia afín de carácter estatal durante el mandato de Francisco Barrio -de 1992 a 1998-.
Posteriormente el resto de las entidades adoptaron estos programas a nivel estatal y aunque todavía hay sectores de la población que siguen en la marginación, se debe reconocer que ha habido avances importantes.
No obstante, hay que aceptar que en Sonora y durante el sexenio del ex gobernador Guillermo Padrés, se dejó a una Sedesson prácticamente en ruinas; ya que al entrar como titular de la misma en el 2015, Rogelio Díaz Brown, lo hizo saber después de la entrega-recepción.
Total, que a duras penas y haciendo hasta lo imposible, durante el sexenio pasado se estuvieron manejando algunos programas sociales que lamentablemente dependían mucho de los recursos que enviaba la Federación, la cual al registrare un ciclón, una inundación, un deslave o un sismo en el centro o sur del país, inmediatamente lo que hacían era recortar -a los estados del norte- el presupuesto.
Ahora, en el sexenio del gobernador Alfonso Durazo, no solamente se han mantenido los programas sociales previamente establecidos; sino que se han creado otros para beneficio de la población más vulnerable.
Wendy Briceño Zuloaga, titular de Sedesson, informó que durante este 2023 se presupuestaron 500 millones de pesos, con lo cual podría decirse que es el récord de la dependencia y que se mantiene actualmente.
Con estos recursos y programas, Sonora pudo ascender en la tabla del lugar 11 (once) al 6 (sexto) entre los estados con menos pobreza en el país.
Esto en números, significa que de 865 mil personas con esta condición, hubo una reducción en 650 mil; siendo una diferencia aproximada de 215 mil que han mejorado su calidad de vida.
Otro dato interesante que reveló la funcionaria, es que de aproximadamente 1 millón de sonorenses no pobres, la cifra subió con 185 mil más que también mejoraron en sus ingresos y que en estos dos años han podido tener comida en la mesa de su casa y han satisfecho otras necesidades.
En columnas posteriores, ampliaremos la gran cantidad de programas que tiene Sedesson para mejorar la calidad de vida de tantos sonorenses, quienes sienten tener las oportunidades de desarrollo que estaban esperando.
Que tengan buen fin de semana.