Columna Visión Juvenil
Por: Manuel Borbón

El nearshoring es la nueva tendencia mundial en la que grandes empresas internacionales han comenzado a hacer negocio, sobre todo, después de los problemas económicos y logísticos presentados por la pandemia del Covid-19, así como también, el estrés geopolítico generado principalmente por los conflictos bélicos en Asia y, las diferencias políticas y comerciales entre China y Estados Unidos, por lo cual, desde hace aproximadamente dos años, los grandes capitales internacionales han optado por esta nueva tendencia de comercio en la que, una empresa decide relocalizar parte de su producción hacia otros países, los cuales deberán estar localizados en puntos cercanos y con una zona horaria semejante.

Esta nueva tendencia ha generado un sinfín de cambios a nivel mundial, siendo el principal origen de los cambios, Estados Unidos, país que, además de ser la principal potencia a nivel mundial, ha sido de los primeros países en reponerse económicamente hablando, frente a los estragos generados por la pandemia, por lo cual, es justamente su vecindario internacional el que se debería de ver mayormente beneficiado en cuestión de relocalización de empresas, empero veremos porque eso no ha sucedido.

Si bien es cierto que, las barreras entre países se han ido disminuyendo hasta crear regiones internacionales de comercio tales como la Unión Europea, el Mercosur integrado por países de América del Sur, o Norte América donde se cuenta con el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, no todas las regiones han sabido adaptarse de la manera correcta a estos cambios que, conforme el paso del tiempo van siendo mucho más fugaces, por lo cual, adaptarse de manera casi inmediata se vuelve en el principal reto.

En el caso mexicano, no todas las regiones se han sabido adaptar de la manera correcta ya que, como en todo, las diferencias y desigualdades entre regiones se han vuelto cada vez más evidentes y, ahora, con esta nueva tendencia, la competencia ya no es entre países, más bien la competencia es entre estados y ciudades para ver quién ofrece mejores condiciones para la proliferación de una mejor economía y, por ende, una mayor calidad de vida entre sus habitantes.

En esta competencia estados como Nuevo León y Coahuila se han beneficiado con el 50% y el 11% respectivamente, de las inversiones generadas por dichas reubicaciones según datos del Grupo Bursatil Mexicano, asimismo, el estado de Sonora se sitúa junto con Tamaulipas en las únicas entidades fronterizas sin llegar siquiera al 1% de las inversiones en dicho rubro. En la misma tesitura el estado de Sonora se ha colocado según el INEGI como el último lugar entre los estados de la frontera en cuestión de exportaciones, mientras que en Inversión Extranjera Directa Sonora solamente alcanzó los 484 millones de dólares durante 2022, representando niveles similares a los presentados en 2002.

Por su parte, uno de los municipios más golpeados hablando del tema de inversión ha sido Cajeme, en el que conforme el paso de los años sus habitantes han notado de manera exponencial el deterioro que ha presentado su comunidad, sobre todo, si se le compara con municipios cercanos como lo son Navojoa y Los Mochis, ciudades que cuentan con características similares y conforme el paso de los años han presentado un despegue en el desarrollo de sus ciudades.

Si queremos contar con mayores oportunidades para el futuro, sin duda, Cajeme debe de fijar el rumbo para aprovechar los vientos favorables que nos brinda el destino para subirse en la ola del nearshoring y atraer inversiones como la de Tesla en Nuevo León, Cajeme debe de comenzar por fijarse la meta de, por lo menos, tener las siguientes condiciones:

  1. Seguridad
  2. Infraestructura
  3. Disponibilidad de energía y agua
  4. Gobernabilidad
  5. Proyecto a largo plazo

Solo así podremos soñar con un nuevo Cajeme con oportunidades para todos. Aunque tarde, aún es tiempo para retomar el rumbo.

borbonmanuel@gmail.com