Al momento en que se escriben estas letras los diferentes aspirantes a ocupar la silla presidencial el próximo 2024 se encuentran realizando sus pre-pre-cierres de campaña, disfrazados ambos en procesos internos de selección de responsables para ocupar carteras hacia el interior de las distintas alianzas pactadas para competir en los próximos comicios electorales.

Dicen los cánones de la historia que, “Quién olvida su historia está condenado a repetirla”, y tal parece que los mexicanos somos de memoria corta ya que, tal como si fuese sacado de una trama de la serie política House of Cards, la política mexicana nos enfrenta nuevamente a pasajes que parecían haber ocurrido hace algunas décadas.

En primera instancia nos encontramos al partido oficialista, Morena, quienes fieles a su nuevo modelo de hacer política, decidieron hacer como que todo cambia para seguir iguales, es decir, innovar en el método de selección de candidaturas para terminar haciendo lo mismo, elegir de manera premeditada a quien será el encargado de lograr la consolidación de la cuarta transformación en México, a lo cual, la aspirante que parece enfilarse en caballo de hacienda rumbo a la victoria, Claudia Sheinbaum, ha levantado suspicacias en, por lo menos, uno de sus contrincantes. Hablamos de Marcelo Ebrard, quien muchos analistas políticos han comparado en sus desencuentros y arrebatos contra Claudia, con los que hiciera hace treinta años su entonces jefe, Manuel Camacho Solís, cuando en noviembre de 1993, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari designó al sonorense Luis Donaldo Colosio como su candidato en lugar del antes mencionado, por lo cual, Camacho Solís comenzó una andanada de anuncios relevandose directamente, por primera ocasión en el PRI, en contra de la decisión presidencial.

Por su parte, quienes les compiten del lado de la alianza denominada “Frente Amplio por México”, encabezada por PAN, PRI y, PRD, han decidido no quedarse atrás y comenzar un proceso de selección adelantado muy similar al propuesto por Morena, aunque con variantes que les permite realizar la flexibilidad de no estar en el poder tales como debates y encuentros orgánicos con la sociedad civil. Quien se enfila para conseguir el triunfo en dicho proceso se ha visto envuelta en una ola de similitudes, o al menos así lo han querido hacer ver sus dolientes, con lo que en algún momento fuera el llamado “efecto Fox”, una especie de fenómeno social en el que la ciudadanía arropó a un candidato fuera del “establishment”, con carisma y un discurso digerible para vencer a quienes parecían invencibles, nos referimos por supuesto a Xóchitl Gálvez Ruiz, la Senadora quien en distintas ocasiones hizo públicas sus intenciones para competir por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, sin embargo, al poco tiempo y justo antes de iniciar la contienda interna en el frente, dió un giro inesperado en sus aspiraciones después de que, el propio Presidente de la República le negara el derecho a una réplica en la mañanera luego de que el mandatario diera información incorrecta acerca de la Senadora, por lo que, inmediatamente después propios y extraños comenzaron a nombrarla para representar los esfuerzos de la oposición en la elección presidencial de 2024, buscando emular, de alguna manera, el fenómeno logrado con Fox en el año 2000.

Evidentemente, la política mexicana nunca deja de sorprendernos y en esta ocasión los dados están cargados y listos para tirarse en espera de saber quienes serán los gallos que propondrán ambas alianzas, lo que es un hecho es que, tal como las historias antes mencionadas de los distintos trayectos de la política nacional, los comicios por venir prometen escribir nuevas historias igual de interesantes en las que, por el bien de todos, esperemos el vencedor sea el ciudadano.

borbonmanuel@gmail.com